miércoles, 22 de julio de 2020

Parados en estiércol de vaca

Para Manuel Mejía Robledo y don Jaime Botero y su dulce familia.

Entre las grandes dicotomías que puede enfrentar un ser humano atormentado está el querer rendirse en algo que busca continuar. Son, ciertamente, dos caminos que no se unen en ningún punto y exigen de cada uno la necesidad de tomar una decisión y, lo más importante, vivir con ella.

Entrar a un espeso bosque y reducirse a la sabia paciencia de la naturaleza es adentrarse en todo universo que aparenta quietud, en el que se siente observado cada movimiento personal, por errático que este fuese y hay un pasaje claro de la entropía al orden natural. 
Vista aproximada hacia el suroriente desde lo colosal del bosque del cóndor de los Andes.
El campo abierto tiene su magia porque es seguir explorando la naturaleza desde el punto ignorante supino o rayano de cada no. Por cada instante de caminata en terrenos desconocidos, tengo suficiente tiempo para cuestionarme cómo labran caminos entre árboles, como encuentran el norte o el sur, y pueden proclamar siempre victoria en lo que hacen. Mi estúpida astucia citadina me critica por ser un incapaz ante todas estas gestas anónimas campestres.

La sabiduría que podemos derivar de observar lo heterogéneo del paisaje nos puede enseñar que es estulta nuestra necia necesidad humana de querer hacer todo homogéneo, todo igual, como si no hubiera impronta. Solo con parar y observar la multitud de las hojas y ver que ninguna es igual a otra, que conviven pequeñas y grandes, intensas y pálidas, vivas y caídas.

martes, 23 de junio de 2020

Dos grados Celsius (2°)

Con el tiempo he aprendido que lo que doy por aprendido lo debo desaprender o modificar. Siempre había entendido que las temperaturas máximas en Manizales llegaban, a lo sumo, a los 24° C, pero que una temperatura máxima promedio estaría por los 21° C y 22° C.

En casa guardo varios aparatos (con termómetros incluidos) para medir la vibración del calor atmosférico y despreciaba sus lecturas de la temperatura. Consideré que estaban mal, que estaban captando más calor del existente, quizás por radiación o porque estaban cerca de un punto que irradiaba calor.

Foto de @ElPlanetaManuel - Manizales ya se levanta con más cielos azules que neblinas clásicas
Hace algunos días llegué a la noción de entender –no es una conclusión– que las temperaturas en Manizales ya son más cálidas, por 1° C o 2° C, sobre todo, porque los movimientos de vientos nos han traído más humedad y estas montañas han cambiado la manera de recibir sus precipitaciones. Es un cambio que se vería inexplicable, porque en los municipios del vecindario incluso puede llover más. Por lo tanto, todo es cuestión de estudiarse.

Además, hay que anotar con suficiente tino, que Manizales es una capital fuera de serie en Colombia. Sus barrios, a diferente altitud, hacen que el panorama climático cambie. No se puede comparar a Chipre, con su bruma casi diaria, con lo que sucede en La Enea o los barrios del sur.

jueves, 11 de junio de 2020

Hechos de arcilla

Mi amiga Margaret cumple a rajatabla su función de amiga. Hace parte de las personas más sensatas y frenteras que conozco, algo que, a mí, con el tiempo, cada vez me cuesta más. Somos grandes amigos desde el 2014, cuando en el trabajo nos hicimos compañeros y luego enteramente amigos.

Creo que en correrías y friegas hemos pasado todas las horas del reloj y eso constituye que ella me entienda singularmente. Ella ha crecido conmigo, sobre todo, en la ponderación de la adultez. No podría decir que somos los mismos de antes… Ya tenemos una gran cantidad de millas acumuladas e historias innumerable por contar que suelen terminar en risas y carcajadas.

Lo mejor de las amistades, creería yo, es cuando podemos prescindir de los saludos y vamos directamente al grano, porque las conversaciones siempre permanecen abiertas. Hoy, luego de yo dar una reflexión en la radio sobre la salud mental y también mi estado en la materia, encontramos una semejanza que inspira la escritura de esta entrada.

¿Pero la arcilla no es más resistente blanda, porque si se pone dura y se cae, se quiebra?, me contestó ella tras repasar una situación personal que me inhibe de hacer algo que disfruto enormemente: la radio. Y volvimos a la esencia. Recordamos que somos de arcilla y que nuestros alfareros podemos ser nosotros mismos y, al mismo tiempo, quienes nos rodean como familiares y amigos.

viernes, 5 de junio de 2020

La potencia de los amigos


Quienes somos “vieja guardia” en Twitter [del 2010 hacia atrás] recordamos las innumerables veces que la plataforma se ‘caía’, dejándonos con pensamientos retenidos en la mente o esperando por la publicación del mensaje, que caía en un loop infinito.

Para la época, la otra opción era ir a Facebook, pero no sonaba tan agradable. En el mundial de fútbol del 2010, en cada gol de Alemania, Twitter se iba al suelo. Además, había criollos que escribían: “Toooor!”, en lugar de gol. Aún no es claro si esto pudo contribuir; los expertos lo dirán. Después de refrescar el ingreso a la página, aparecían unos pájaros rojos rescatando, con una red, a la pesada ballena, que podría reflejar el tráfico tuitero y el ruido de tantas voces gritando en simultánea.

Hace poco estuve dialogando con mi amiga médica, la brillante Natalia Medina Jiménez, sobre el post anterior titulado ‘Soy bipolar’, con el cual quise hacer una exposición de las exigencias químicas del trastorno y de que no se trata de una situación “voluntaria” o de ponerles “ganas a la vida”, como muchos la resumen y la reducen.

Luego, le comenté que, en cierta manera, la bipolaridad era como las ballenas. Si se trastorno es tipo II, y se es más proclive hacia la depresión, tenía aún más sentido. Las ballenas van bajo el agua, de repente suben, se dan un efímero baño de sol y se vuelven a hundir. Pero esto es solo una analogía.

martes, 2 de junio de 2020

Un empate valiente

Para comenzar este relato debo poner el vaso de agua tranquilamente sobre la mesa y buscar una razón del porqué a la confusión entre competencia y rivalidad. Hay quienes creen que toda competencia es una encarnada rivalidad, mientras que discurren que la competencia es una bronca moral o de ejercicio.
www.netclipart.com

A veces, esta vida de ganadores y perdedores, nos propone empates. Entonces, nos deja con las fiestas organizadas e infértiles mientras que las broncas y las excusas se apilan como los deseos de victoria. Pero no es así… Quedamos muchas veces en tablas y no sabemos, entonces, cuál es el camino. ¿Sumamos o restamos? Es la doctrina del blanco y del negro la que nos dice que empatar es algo… ¿reprochable?

Por ejemplo, en el fútbol americano, sobre todo en la NFL, no hay peor cosa que un empate. En las tablas de posiciones o registro, los empates se relegan a un tercer dígito. Un equipo puede tener 4-3-1: cuatro partidos ganados; tres perdidos y uno empatado. Son tan exiguas las ocasiones en las que eso sucede que los empates hacen sobresalir a los equipos por encima de su propia marca de partidos ganados. A veces los empates, las tablas, las igualdades, paradójicamente, nos hacen sobresalir. Incluso, los “comentaristas de fútbol” llaman a eso con un término amorfo y vulgar: “empatitis”.

La vida nos deja en tablas cuando buscamos algo, pero no nos lo otorga, pero tampoco, fehacientemente, nos lo niega. Entonces, quedamos buscando norte… ¿o sur? (¿Por qué siempre debe ser el norte?) Y ahí decimos ahora qué. Lo peor que se puede hacer en estos casos es interpretarlo como una demoledora derrota; aunque no es buena idea pretender que son victorias pírricas que nos pueden enceguecer.