martes, 7 de junio de 2022

Psicoterapia escolar

Columna publicada originalmente en La Patria

Visité mi colegio, el Seminario Menor –Semenor–, hace apenas algunos días para hablar con los estudiantes próximos a graduarse y entender cuáles son sus expectativas y sus miedos de cara a la vida que se inicia una vez terminen sus estudios de bachillerato.

Con mi amigo Mateo Trujillo pasamos por algunos salones, los mismos donde nosotros también estudiamos ya hace más de una década, quizás ávidos por las mismas ilusiones de aquellos adolescentes que ahora están prestos a graduarse. Por eso, en sus miradas notamos un montón de emociones, algunas de miedo, otras de promesa. 

Escuchamos muchas historias; unos todavía temen al concepto regresivo de padres de familia que exigen que sean ciertas carreras las que se acepten por sus hijos para poderles pagar la educación superior; también, los que no saben cómo financiar esa etapa, puesto que no han recibido, como muchos de nosotros, educación financiera; cátedra que debería enseñarse desde lo más elemental de la primaria. Estaban los que saben lo que quieren, pero no conocen cómo lograrlo. 

lunes, 16 de mayo de 2022

Los leales

Reconocer la necesidad que tenemos de los amigos es un paso esencial para gozar la vida. Ellos, como bien se ha dicho, son piedra angular en nuestro desarrollo social y emocional. Sin su presencia, pues, la vida carecería de mucho sentido. Bien lo expresó Baltasar Gracián hace varios siglos: “Cada uno muestra lo que es en los amigos”.

Independientemente de lo que pueda considerarse por circunstancia o no, creo que los amigos cumplen una misión en la vida, según el momento en el que llegan, para mostrarnos muchas facetas que podemos ignorar, sea por protección personal –vía mecanismo de defensa– o por simple ignorancia supina. Por eso hay unos que son para siempre y otros que duran un poco menos. 


Cada quien sabe qué tipo de refugio encuentra en los amigos, sobre todo, en momentos actuales cuando la palabra ha perdido la fortaleza de su contexto, pues ya las amistades se confunden sencillamente con los seguidores, como si el vínculo único de un afecto pudiera replicarse con tener una tropilla a merced de todas las ocurrencias. Nada más alejado para la definición real. Un buen amigo, como quien inspira esta columna, debe ser experto en llevar la contraria.

Así, un buen círculo de amigos es, también, una buena red de apoyo. En cierta medida, quienes conocen el peso y calibre auténticos de ese vínculo sagrado, son ese primer auxilio psicológico que emerge cuando se presentan dificultades en el camino. Su obrar marca, sin importar sus conocimientos, el nivel de descanso que encontremos en sus consejos. Son esos primeros terapeutas, si les podemos llamar así, que alivian las angustias que asfixian a veces la razón.

miércoles, 27 de abril de 2022

El efecto Ígor

Ígor está de cumpleaños. Es su primer aniversario. Al menos, eso fue lo que nos dijeron cuando lo adoptamos, que sería por estas fechas. Su llegada a la familia ha sido más que una buena noticia; superó todas las expectativas y, por suerte, superó todos los miedos que pudieran haberse creado.

Ígor no habla, pero su compañía es óptima en los momentos en los que se decae el ánimo. Llegar a casa y sentir su afecto es algo que nunca había experimentado en mis 29 años de vida. Me tardé mucho en llegar, -no sé por qué fue tanto tiempo o tal espacio-, pero su arribo a mi hogar es un acontecimiento que merece toda la algarabía del caso.


Ígor es mi gato; la primera gran mascota en propiedad de mi vida. Cuando fui niño, junto a mi hermano, tuvimos unos canarios, pero estos murieron una madrugada de año nuevo cuando los encontramos flotando en un tanque de agua. Fue un momento difícil de observar para un niño y aún lo cargo como adulto. Nos rodeamos de algunos perros de parientes, como Júnior, que se lo robaron, o Teo, que vive en Cali.

En junio del año pasado adoptamos a Celsius. Así llamamos al gato de raza siamés; lindo como él solo. Después de mucho pensarlo, en la familia nos sentíamos preparados para adoptar una mascota. Por facilidad pensamos en un felino. Así que Celsius recibió nuestro abrazo. Sin embargo, este pequeño gato, de semanas de nacido, murió apenas 10 días después de llegar a nuestra casa. Tenía una enfermedad de base, lo que significó una enorme pena y una demoledora derrota para el ánimo de adoptar una mascota.

viernes, 1 de abril de 2022

Silenciar para vivir

Por muchos años, cada noche solía poner el celular a cargar al lado de mi cama, sobre un nochero. Tampoco lo dejaba apagado y solo lo configuraba en vibrador para que, en caso de una llamada, no muriera de un ataque al corazón por el sonido brusco del ringtone. En mis planes mentales estaba contestar, así nadie quisiera llamarme a las 2:00 a.m. de cualquier día.

Yo no soy precisamente un monumento al sueño y siempre me despierto en medio de la noche, quizás para hacer una pausa activa o para buscar una posición más cómoda al dormir. Sin importar la hora, mi cerebro, que no se desenchufa, como el mismo internet o el mismo celular, de una u otra manera, salía del letargo del sueño para conectarse de inmediato con las novedades provistas por una extensa hilera de notificaciones. 

Al despertar sentía que no había descansado o que la reparación propia del sueño nocturno había sido estéril por cuenta de una adicción o dependencia. De la misma manera, por mucho tiempo me impuse la labor de responder rápidamente los mensajes que me enviaban por chat. Craso error.

Y así, de la nada, entendí que había construido mi realidad inmediata en la hiperconexión. El celular, la tableta, el reloj, todo estaba constituido bajo el mismo perfil y el mismo sujeto que estaba siempre atento a lo que podía suceder y no sucedía. Incluso, de cargar en el reloj inteligente las notificaciones del celular, solía revisarlo constantemente sin siquiera recordar la hora.