viernes, 5 de junio de 2020

La potencia de los amigos


Quienes somos “vieja guardia” en Twitter [del 2010 hacia atrás] recordamos las innumerables veces que la plataforma se ‘caía’, dejándonos con pensamientos retenidos en la mente o esperando por la publicación del mensaje, que caía en un loop infinito.

Para la época, la otra opción era ir a Facebook, pero no sonaba tan agradable. En el mundial de fútbol del 2010, en cada gol de Alemania, Twitter se iba al suelo. Además, había criollos que escribían: “Toooor!”, en lugar de gol. Aún no es claro si esto pudo contribuir; los expertos lo dirán. Después de refrescar el ingreso a la página, aparecían unos pájaros rojos rescatando, con una red, a la pesada ballena, que podría reflejar el tráfico tuitero y el ruido de tantas voces gritando en simultánea.

Hace poco estuve dialogando con mi amiga médica, la brillante Natalia Medina Jiménez, sobre el post anterior titulado ‘Soy bipolar’, con el cual quise hacer una exposición de las exigencias químicas del trastorno y de que no se trata de una situación “voluntaria” o de ponerles “ganas a la vida”, como muchos la resumen y la reducen.

Luego, le comenté que, en cierta manera, la bipolaridad era como las ballenas. Si se trastorno es tipo II, y se es más proclive hacia la depresión, tenía aún más sentido. Las ballenas van bajo el agua, de repente suben, se dan un efímero baño de sol y se vuelven a hundir. Pero esto es solo una analogía.

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Entonces, es cuando con algo de alegría y también de ternura se conecta esta descripción con la ballena tuitera. Cada uno de esos pájaros que ayudan a llevar o levantar la ballena puede ser un familiar o un amigo comprensivo y, absolutamente solidario y empático del padecimiento de su querido. De ahí que esta publicación resalte la potencia de cada una de esas aves con la fuerza suficiente para poder mover la ballena de su sitio, con todo lo que pueda significar su peso.

Esos pájaros rojos son, por costumbre, mensajeros. Prácticamente, heraldos de ideas y consejos que buscan llegar adonde mejor provecho y grandes raíces puedan echar. La imagen puede describir los momentos de dificultad de cualquiera cuando recibe el apoyo de quienes auténtica y verdaderamente le quieren ver bien. Por eso, un amigo con buen consejo y la constancia y la fuerza para no desfallecer en tratar con su compañero es un caso de atesorar.

Quizás lo que enuncie a continuación pueda sonar despótico u opresivo, pero los verdaderos amigos, como esos pájaros, ayudan a cargar de verdad, con gestos que van más allá de la retórica de inquietarse cómo evoluciona o involuciona alguien, sino que ponen más fuerza, como esos mismos pájaros, para poder llevar a la ballena.

Claro está, no quiero decir que a la ballena hay que cargarla, como si fueran los demás los culpables o magos de las soluciones para su bienestar. A lo que va este texto es a la potencia de los amigos –los buenos amigos– de resolver angustias fácilmente, por medio de una llamada, una conversación sincera y continuada, una visita o cualquier otro efecto que sea auténtico y no una carga moral.

Los amigos son los que nos dan el calor cuando abrazamos ese frío gris de la tristeza. En ellos habita gran parte del coraje para seguir adelante y adoptar nuevas maneras para prevenir próximos episodios de anhedonia o agonía. Todos hemos adoptado y hemos sido adoptados por ese amigo que cuidamos más que un hermano, porque, los amigos pueden ser codiciados y también perderse fácil.

Un amigo con iniciativa es un amigo con potencial; ese amigo es medicina, a la postre. Por eso, loas incontables a mis buenos amigo que me abrazan a diario con su arte del buen apoyo y me llevan en su red hasta que llegue a buen puerto.


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