Creo
que en correrías y friegas hemos pasado todas las horas del reloj y eso
constituye que ella me entienda singularmente. Ella ha crecido conmigo, sobre
todo, en la ponderación de la adultez. No podría decir que somos los mismos de
antes… Ya tenemos una gran cantidad de millas acumuladas e historias
innumerable por contar que suelen terminar en risas y carcajadas.
Lo mejor de las amistades, creería yo, es cuando podemos
prescindir de los saludos y vamos directamente al grano, porque las
conversaciones siempre permanecen abiertas. Hoy, luego de yo dar una reflexión
en la radio sobre la salud mental y también mi estado en la materia,
encontramos una semejanza que inspira la escritura de esta entrada.
¿Pero la arcilla no es
más resistente blanda, porque si se pone dura y se cae, se quiebra?, me
contestó ella tras repasar una situación personal que me inhibe de hacer algo
que disfruto enormemente: la radio. Y volvimos a la esencia. Recordamos que
somos de arcilla y que nuestros alfareros podemos ser nosotros mismos y, al
mismo tiempo, quienes nos rodean como familiares y amigos.