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Pero, no es justo regresar a entrar en disputa por quién tiene el concepto más claro, ni quien lo vive más. Lo bipolar se acuña al Trastorno Afectivo Bipolar (que antes se denominaba “depresión maníaca” –me gusta más ese nombre–) como “una enfermedad mental que causa cambios extremos en el estado de ánimo que comprenden altos emocionales (manía o hipomanía) y bajos emocionales (depresión)”, según la Clínica Mayo, en Minnesota (EE.UU.)
El imaginario, creo, considera que eso puede suceder en
cuestión de minutos y que, en general, sucede con extrema rapidez. Ahora bien:
Los episodios de manía o depresión pueden durar semanas, agotando o engañando
al cerebro.
No hago este escrito como un experto, sino como un paciente.
No me avergüenza decirlo, aunque sí temo que algunas personas que estimo me
malentiendan la patología “por inestable”, pues, para las personas que sufrimos
de la mente lo que más nos duele es el rechazo y los comentarios y acciones
incomprensivas.
Y lo que más hay que trabajar es que este tercer apellido me
acompañará toda la vida. Hay enfermedades que se curan; esta se modula. “Aunque
el trastorno bipolar es una afección de por vida, puedes controlar los cambios
en el estado de ánimo y otros síntomas siguiendo un plan de tratamiento. En la
mayoría de los casos, el trastorno bipolar se trata con medicamentos y apoyo
psicológico (psicoterapia)”.
A veces, confieso, me causa mucha gracia las personas que me
digan que todo es de voluntad… Entonces, uno opta por hacer la explicación
química de lo que sucede y se torna infructuoso. Pero, así y todo, me siento
amado por muchas personas y, en mis episodios de hipomanía o hipertimia he hallado
grandes momentos de sabiduría, creatividad y genialidad.
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Según mi diagnóstico, soy bipolar tipo I: “Has sufrido al
menos un episodio maníaco que puede estar precedido o seguido de un episodio
hipomaníaco o un episodio depresivo mayor. En algunos casos, la manía puede
provocar una desconexión de la realidad (psicosis)”. Por suerte, no he llegado
a psicosis alguna, pero sí paso mucho tiempo con mi mente funcionando como una
máquina que luego se frena y entra en paro, porque se recalentó. Ese freno
puede asemejarse a la depresión.
Está el tipo II con mayor fuerza de la depresión o los ciclotímicos,
que cambian su entorno relativamente fácil. Hay una clave, dice la Clínica
Mayo: “Mientras que los episodios maníacos del trastorno bipolar I pueden ser
graves y peligrosos, las personas que tienen trastorno bipolar II pueden estar
deprimidas durante períodos más largos, lo cual puede causar un deterioro
importante”.
¿Pero qué son la
hipomanía y la manía de la que ya les he hablado en esos episodios?
Volvamos a los que dicen en la Clínica Mayo:
La manía y la hipomanía son dos tipos diferentes de
episodios, pero tienen los mismos síntomas. La manía es más grave que la
hipomanía y causa problemas más notorios en el trabajo, la escuela y las
actividades sociales, así como dificultades en las relaciones.
Tanto los episodios maníacos como los hipomaníacos
comprenden tres o más de los siguientes síntomas:
- Episodios anormales de optimismo, nerviosismo o tensión
- Aumento de actividad, energía o agitación*
- Sensación exagerada de bienestar y confianza en sí mismo (euforia)
- Menor necesidad de dormir
- Locuacidad inusual*
- Frenesí de ideas*
- Distracción*
- Tomar malas decisiones, como hacer compras compulsivas, tener prácticas sexuales riesgosas o hacer inversiones absurdas
Las que sobresalté con asterisco
son las más presentes en mí. Quienes me conocen pueden dar fe de ello y reírse,
porque pueden decir que en eso no hay nada malo. Más adelante les explico por
qué hay que ponerle una reducción al caso.
Episodio depresivo
mayor
Un episodio depresivo mayor consiste en síntomas que son lo
suficientemente graves para causar dificultades evidentes en las actividades
cotidianas, como el trabajo, la escuela, las actividades sociales o las
relaciones. Un episodio comprende cinco o más de los siguientes síntomas:
- Estado anímico depresivo, como sentirse triste, vacío, desesperanzado o tener ganas de llorar*
- Marcada pérdida del interés o de la capacidad para sentir placer en todas —o en casi todas— las actividades
- Adelgazamiento importante sin hacer dieta, aumento de peso, o disminución o aumento del apetito*
- Insomnio o dormir demasiado*
- Agitación o comportamiento más lento*
- Fatiga o pérdida de la energía*
- Sentimientos de inutilidad, o culpa excesiva o inadecuada*
- Disminución de la capacidad para pensar o para concentrarse, o indecisión*
- Pensar en el suicidio, planificarlo o intentarlo
El asterisco
marca también las que han estado conmigo en el otro polo. Sin embargo, agrego
que la presión social y laboral pueden cooperar para empeorar ostensiblemente la
enfermedad.
La clave de toda la bipolaridad la tiene la Clínica Mayo en
este párrafo: “Quizás disfrutes de la sensación de euforia y de los ciclos de ser
más productivo. Sin embargo, la euforia siempre viene seguida de un bajón
emocional que puede dejarte deprimido, exhausto —y hasta quizá con problemas
económicos, legales o de relaciones—". Esta situación puede dejar a
cualquier persona en incapacidad por días o semanas de producir como lo hacía
anteriormente. Hay que parar y reiniciar.
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Es necesario decir que el trastorno bipolar no mejora solo y
necesita de un tratamiento químico, por un buen profesional, ojalá
especializado en la materia, para poderlo sobrellevar.
Por eso, siempre cuando me preguntan cómo estoy y es una
persona conocedora puedo decir: modulado, hipomaniaco o regular. Y, aunque mi
mayor miedo es que me rechacen en un trabajo, en un grupo o en un corazón por
mi bipolaridad, siempre tengo claro que no saben de lo que se pierden.
En primer lugar, porque uno no va de sonrisas a lágrimas; en segundo lugar, porque la locuacidad nos brinda diversión y humor y, en tercer lugar, porque sabemos calzarnos en las tristezas y alegrías de quienes nos rodean.
Misterio
Las causas de la bipolaridad, como muchas enfermedades
mentales es un misterio ante la lógica de los sentimientos humanos. La Clínica
Mayo, que es mi fuente de consulta más clara para hacer este editorial tiene
dos: diferencias biológicas y genética. Hay cambios físicos en el cerebro que
pueden impactar a cualquier plazo, mientras que la genética puede derivar en
patologías.
Hay factores de riesgo que pueden complicar muchísimo la
vida de un bipolar, como yo, como tener un pariente consanguíneo, como un padre
o un hermano, con el trastorno. Además, periodos de alto estrés, bien sea en el
trabajo o por situaciones como la muerte de un ser querido o experiencias
traumáticas.
Con la bipolaridad llegan otros colgandejos como trastornos
de ansiedad, de alimentación, déficit de atención (en lo que soy campeón),
problemas con drogas o licor o problemas de salud física como enfermedades
cardíacas, problemas de tiroides (aquí va el emoji que levanta la mano),
dolores de cabeza u obesidad. Ser cachetón, pero flaco, no aplica.
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Nosotros, quienes estamos enfermos de este trastorno, pero
que sentimos que gozamos de gran salud física, debemos evitar cualquier
estimulante como drogas o alcohol; porque pueden ocasionar un efecto rebote
complejo y hay que tomar los medicamentos tal como sea manda.
Cuando se toman las medicaciones como se indica la vida mejora
mucho; los problemas se enfrentan de otras maneras y podemos llevar una vida
muchísimo más estable, incluso, si nos comparamos, con otros que nos dicen que
esto es solo voluntad o “mindfulness”. Nos falta mucho conocer la enfermedad
mental; cómo se siente y como se expresa y demás.
Pero, así y todo, mil gracias a todos quienes llevan conmigo
este trastorno como si fuera propio, me tienen paciencia, saben que hablo
demasiado por chat o presencialmente o que suelo ser intenso con muchas situaciones.
Van Gogh se estaría riendo, probablemente, o alegando, por la necesidad de explicarlo a un mundo prediseñado ya para no entender. Nosotros somos los de los polos; pero el mundo es el de los extremos.
Van Gogh se estaría riendo, probablemente, o alegando, por la necesidad de explicarlo a un mundo prediseñado ya para no entender. Nosotros somos los de los polos; pero el mundo es el de los extremos.
Mil gracias, porque eso también hace parte de la medicina.
Maravilloso, así de simple. Un fuerte abrazo Luis.
ResponderBorrarEs verdad, le gente suele decir: "Póngale ganas","Es que eso es pura falta de voluntad", pero no. Es como si le dijeras a un enfermo de cáncer que a punta de voluntad se va a curar...todo va más allá.
ResponderBorrar¿Ud. pasó por muchos diagnósticos previos? Para mí ha sido pasar por TOC, bipolar, limítrofe. Y por tanto, pasar de tener la sensación de contar con un tratamiento que me funciona, a la desesperanza con el paso de los meses.
ResponderBorrarDe verdad gracias por hacerme reflexionar sobre este tema.. Gracias amigo Luis Molina..
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