Por estos días, cuando los señalamientos se intercambian como bollos por mercaderes del oprobio, me encontré con el caso de un muchacho de undécimo grado quien adujo ser “un bruto”. Le repliqué, buscando saber las razones de su argucia. Contestó: “Es que a mí no me entra nada, yo soy un bruto”. No tuve otra opción que intentar regañarlo y decirle que no era para nada justo que tuviera esa imagen personal. Se ‘defendió’ diciendo: “es que no entiendo nada”, con cierto aire de resignación y desilusión. Le cuestioné si solía hacer preguntas en los momentos de confusión, pero contó que no encontraba solución pronta y solo lo hacía entre otros cercanos tan enredados como él porque pocos lo escuchaban. Luego, supe que a ese joven pocos le han dicho cuánto vale para el mundo y su enorme potencial. Quedé pensativo cavilando la idea de querer erradicar todas las formas de maltrato personal, en especial, aquellas que se gestan desde lo más íntimo de las cruces propias.
Hay que vencer las degradaciones siempre, sean ajenas o propias.
06/06/2022
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Recordatorios y repeticiones
Tengo un vicio terco y quizás extraño. Busco conjeturas entre semejanzas, patrones y tiempos. No sé por qué tengo la sensación de que este año estoy viviendo situaciones y emociones que había dado por descontadas hace dos o un año. Mi mente me agrega a recordarme lo que estaba sintiendo hace un año y lo que a hoy pienso también es una muestra reconciliable de que se repite el ciclo, como si se tratara en un loop. Por suerte, y pese a que las circunstancias son distintas, hay un cariz similar a lo que sucedía el año pasado en tareas específicas. A veces, en búsqueda de conjeturas que lo justifiquen, pienso en situaciones insostenibles, como si la energía astrológica pudiera tener en realidad un impacto sobre el diario. También, si existe un patrón de conducta en mí que lleve a que se repitan una y otra vez elementos del pasado que parecen inmortales por su capacidad de regresar al presente. Lo que olvido es que al fin y al cabo solo se trata de un día y una emoción y, como tal, son pasajeros. También, es solo pensadera.
Lo mejor es pues revivir con otra perspectiva, lo peor; volverlo a sufrir. 21/02/2022
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La incertidumbre
Por años nos han enseñado que en la vida hay que tener certezas. Saber que estamos en lo correcto; que nos quieren; que sabemos para dónde vamos; que hay certidumbre sobre lo que nos es nuestro y, también, de lo que carecemos. Ahora, la vida me ha cambiado el plot y de esto estoy en lo cierto, paradójicamente. La incertidumbre ha logrado imprimir un montón de emociones apasionantes que se resuelven todos los días sin predisposiciones seguras. Es casi como si perder el control fuera la mejor forma de dominio de los pensamientos que pretenden tener encajonado todo fenómeno existencial. Me desprendí de creer que tengo certezas; ahora, la incertidumbre me seduce con lecciones súbitas, cambios rápidos y, lo mejor de todo, un montón de sorpresas que ponen el corazón a latir a mil. Eso sí que me tiene feliz, porque creí –ingenuamente– que no volvería, ¡por fin! Y es cierto.
La certeza mira al pasado, la incertidumbre; al futuro [casi].
6/12/2021
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Ver el libro
Hoy, sin saber que iba a ser hoy ese día, vi lo tangible de mucho trabajo y muchos meses; tras risas, aprendizajes y otras cuantas lágrimas. Esta madrugada, cuando llegué a la oficina vi el primer ejemplar del libro que escribí sobre la historia del centenario que cumplió el periódico donde laboro. Además, ese primer texto, de 330 páginas, tiene una dedicatoria especial porque fue una obra que se construyó amorosamente semana a semana, por 21 domingos. Fue –todo– una especie de atropello emocional. Nada se me había cruzado por la cabeza al levantarme hoy, mucho menos que lo primero que vería al entrar a la oficina sería toparme con el libro encuadernado; ya no posándose como una idea de producción, sino como un elemento real… Esa confirmación ante cualquier escepticismo inane de que las cosas sí suceden y toman forma. Lo toqué. Lo vi por los ángulos. Noté la belleza obsesiva de sus páginas bien cortadas. Lo olí. Lo apreté con ambas manos y le tomé fotos. ¡Corrí a contarlo a quienes había imaginado por días decirlo! Pase lo que pase, este es un gran día.
No sé si esta emoción tenga nombre, de verdad, pero es genial.
14/10/2021
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Los ataques y el miedo
Siempre he guardado especial reserva a la palabra ‘ataque’. Considero que se trata de un término de quilates subvalorados y daños colaterales incalculables. Ahora, cuando los ataques se mezclan con la ansiedad y el miedo, la más traumatizante de las emociones, todo puede escalar rápidamente hasta hacer perder en un sinsentido a quien lo padece en un espiral de ficciones celosas de ser realidad. Las preocupaciones pueden convertirse en auténticas películas de horror y, combinadas con el caos de un asalto emocional, llevan a quien lo sufre a la línea muy delgada entre ser y padecer. La palabra ‘paciente’, profeso, resulta justa para quien lo sufre, pues lo enfrenta, lo vive, lo sufre, lo respira y sobrelleva la vida, con todas las piedras en la ronda que esta se satisfaga en representar. Ese acto de valentía es estoicismo. También, los ataques de pánico o de ansiedad son una experiencia que –cuando superada– dejan al cuerpo y alma en un estado de fatiga parecido al de correr una maratón hasta la meta, pero con una variedad de temerosa epifanía. Así, los ojos y la fuerza de la voz siempre lo dicen todo.
Ante el pánico y la ansiedad; mejor un té con la verdad.
24/09/2021
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Ser y estar
Recuerdo la primaria, en el colegio, cuando me enseñaron por
primera vez los verbos ‘ser y estar’ en el inglés. To be. Por la época casi nada sabía sobre idiomas extranjeros y
menos, aún, acerca de verbos y tiempos. En ese entonces, solo había presente y la
opción de un futuro. Sobre el pasado poco se cavilaba, pues el pasado no deja
ser y, tampoco, estar. Con los años comencé a entender que en la vida es muy
complejo ser, pero más complicado; estar. Para lo primero se necesita
determinación por la esencia y, para lo segundo, un convencimiento sobre lo que
debe ser. Es casi una utopía prometer estos dos verbos: creo que nunca somos
los mismos ni estamos capacitados para estar en más de una dimensión. A veces
la promesa del estar es una fatiga cuando no se sabe lo que es. Precisamente, por eso, ser y estar, aunque estén juntos en el papel, siempre van apartados;
deben marchar separados. Sin embargo, hay una clave de enroque que puede
parecer simple: para poder estar, hay –primero– que ser. Cada uno sabrá qué o quién es,
entonces.
¿Eres y estás? ¿Eres o
estás? ¿Sabes si estás?
11/09/2021
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M&M's
Asociamos todos ganarnos la lotería con conseguir una gran cantidad de dinero súbitamente tras hacer una apuesta. Pero, aunque suene cliché, hay muchas otras maneras de hacerse rico y –creo ciegamente– la mejor forma es con el apoyo necesario de las personas que queremos y amamos. Así es, pues, que me gané el juego con dos personas que llegaron a mi vida el año pasado: Manuelita Arias y Mateo Giraldo G. Como soy un experto en primeras malas impresiones, cuando nos conocimos no trascendimos; estuvimos en la misma mesa, pero poco tratamos. No obstante, después, en septiembre, tuvimos la oportunidad de compartir otro grado de Manuel y desde entonces aflora felizmente una amistad que ahora valoro con el alma. M&M son dos escuderos fieles; son esas personas que no dejan caer a sus amigos, que empatizan con sus dolores y fatigas y que están pendientes porque haya un mejor mañana. Así mismo, nadan en profunda generosidad, saben recibir visitas amablemente en su apartamento y me han llenado de un cariño inmenso; casi inenarrable. Aciertan para brindar ayuda y sorprenden con hermosos detalles que propulsan la producción de oxitocina. Comparto con ellos grandes charlas que traen de todo; desde la más vana trivialidad, el cántico de letras de reguetón y música general, hasta que me permiten leer poesía o hablar de ópera. A ellos les debo mucho, sobre todo, porque son custodios de mis verdaderas pasiones, pacientes escuchadores y dulces como ellos solos; dulces como los M&Ms.
Son
de esos tesoros que valen muchísimo más que cualquier lotería.
01/08/2021
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Julio del 2021
Termina un mes muy complejo que podría catalogar, fácilmente, entre los peores de mi vida. Eso sería ser reduccionista y solo ver la parte “negativa”, presuntamente, de todas las cosas que pudieron haber salido mal y no lo fueron así. Julio me quitó tres de mis mayores placeres; hablar mágicamente por tiempo indefinido a través de las ondas de Hertz; me robó un pequeño gatito adoptado tras apenas 11 días y me arrebató la mayor causa de mis oraciones y plegarias desesperadas. Julio fue una especie de despojo; una caminata dolorosa por un sendero lleno de espinas y que no causó sangrado exterior. Pero no quiero hacer de este escrito una lamentación –más de lo que ya es–, sino por la eterna curiosidad que da pensar en el para qué suceden todos estos hechos que a la tímida luz del entendimiento humano pueden ser malas, dolorosas y rencorosas. En julio recibí a uno de mis mejores amigos en casa; vi a otro casarse y ser muy feliz, conocí gente valiente, prosperó también el trabajo. Sin embargo, la visión del túnel es aquello que no permite que nos fijemos en lo bueno, sino que solo veamos una negra depresión en el terreno que nos aleja de todo lo real. No sé si tenga el cuero para volver a vivir otro mes de estos; lo cierto es que espero que lo que haya tenido que aprender así sea y que, si hay retribución por todo el sacrificio, que algún día llegue.
Cuando llega la siega no queda más que mirar al cielo.
31/07/2021
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Sorpresas y oxitocina
Soy un controlador, por lo que las sorpresas no se me dan fácil. Yo mismo me las he sabido arruinar antes de tiempo. Ya lo mencioné una vez en una nota y lo repaso, otra vez. Sin embargo, hace unos días opté por dejar de ser yo para ser quien yo he de ser. Entre eso dejé las cosas fluir con una especie de reciprocidad existencial y emocional; una búsqueda empática de la equidad o el equilibrio. Este día ha sido ejemplo de que así es más fácil. Con mi compañero Esteban planeamos una sorpresa para un trabajador de la empresa, quien lleva 42 años en el oficio. La idea era que se viera sorpresivamente en un artículo que él mismo estaba orientando en la impresión. Quedó conmovido y yo, también. Sentí que hice algo bueno que le mejoró el día a alguien. Ahora él debe graparse la boca para guardar la sorpresa a su familia. A su vez, mi amigo Martín me sorprendió con un astronauta a escala. No es la primera vez que se las ingenia y nuevamente me roba las sonrisas más grandes del caso. Les recomiendo tener un Martín Jaramillo en sus vidas. También hoy hablé de emociones y sentimientos con alguien que es muy reservado en ello, lo que también me sorprende y me anima. Uno no sabe cuándo puede sorprender a alguien y cambiarle el día… Y la vida. Al caer la noche me doy cuenta que todo esto es de lo que realmente se compone este vivir. Dar y recibir. Así se produce la oxitocina que nos hace sentir satisfechos.
La fatiga de este día lo justifica todo. 08/06/2021
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La transparencia
Nos cuesta ser transparentes. La razón puede ser obvia a todas luces: estamos llenos de sombras. El problema surge cuando creemos que la transparencia, al igual que la vulnerabilidad, nos convierten en personas débiles. La transparencia exige cierta coherencia, una completa sinceridad y la renuncia a las reservas, que son una especie de traiciones tácitas. Tampoco ser transparente debe ser una exigencia, ni más una obligación. Es una reciprocidad costosa porque se cimienta en la confianza dado que siempre es más fácil dudar. Quien es transparente lo es porque entiende este un camino a la libertad. Lo que es reprochable es fingir por transparentes los filtros con los que se ven la vida, los mismos con los que ocultamos nuestras verdaderas intenciones y nos acomodamos únicamente a ser un alguien inexistente. Para ser transparente hay que tener una comunión personal, con quien se es en realidad y con quien se lleva a los demás, con la intensidad con la que aceptamos nuestros sentimientos y la manera en la que tratamos —o jugamos— con los demás haciéndoles entender que somos transparentes, cuando en realidad, solo somos un reflejo de alguien más; un manojo de miedos y errores… Una apariencia.
Ser transparentes no permite peros ni acomodos. Se es o no se es.
03/06/2021
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Contemplaciones con Cano
Hace poco me volví a reunir con Cristian Camilo. Desde entonces, hemos participado en grandes conversaciones sobre la esencia de nuestro ser y el papel que desempeñamos en nuestras relaciones con los demás. Nuestros diálogos van siempre al punto sobre el cual más faltamos como humanos: desaprender. Sabemos y reconocemos que gran parte de la cuota de nuestros errores se dan por repetir situaciones y nociones que creíamos en un principio como válidas cuando, a la postre, son fórmulas que al presente conducen al lamento. También dialogamos sobre el amor, la reciprocidad, el dolor o la incomprensión. Hablamos de Dios, del futuro y hasta mencionamos el karma. Lo curioso es que estas conversaciones se han convertido en mecanismo de filosofía para entendernos y brindarnos paz. Después de cada encuentro queda una tranquila sensación de crecimiento, escucha y apertura. Hoy hablamos de contemplar y la necesidad de detenernos a ver lo que sucede para poder interiorizarlo. Aprendimos que también hay conversaciones contemplativas.
Puede ser que no nos entiendan, pero sí que nos comprendan.
31/05/2021
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Cinco dedos
La vida siempre nos invita a echar mano de lo que somos para lo que buscamos ser. Hoy me encontré con el árbol que planté en julio del año pasado. Lo han cuidado con rigor y crece bellamente. No lo veía desde ese entonces, por lo que tenía una enorme curiosidad de saber cómo iba su proceso natural de desarrollo. Aunque de botánica sé poco, me encontré –todavía– una planta con pleno potencial por delante. Su estatura ha crecido varios centímetros desde que lo sembré y hoy, en el camino, Yamile, confidente y guardiana del rey de los Andes, me enseñó dónde este ‘cinco dedos’ ha pasado por días de sol y de sombra, de lluvia y de viento, al igual que yo. Ese ‘cinco dedos’ se abre como palma, me da la mano de la esperanza y me enseña la hazaña de la paciencia y el tiempo. Bien puedo creer que ese árbol lleva la misma fuerza que me ha impulsado los meses recientes; lejos de la tentación de la rendición y, mejor, enfocado en saber que en el camino solo está el crecimiento.
Al árbol, desde hoy, le llamaré ‘Alcázar’, por su fuerza y fortificación; y en su sabio crecimiento me refugiaré.
29/05/2021
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Sincronicidad
Estamos acostumbrados a manejar nuestros tiempos al mayor acomodo posible. Toda contravención a esa idea se formula, entonces, como un problema que debe resolverse prontamente. La vida nos envía señales, pero no captamos las oportunidades que nos traen las novedades. Esta semana sí fue evidente que me tenía que sintonizar por fuera mi cabeza. El lunes estaba sentado en una silla, cavilando sobre algunos estados depresivos y sus porqués, y el asiento cedió y se desfondó. No lo hubiera pensado, pero la curiosidad permitió que dejara de torturarme con pensamientos inefectivos. Al día siguiente perdí un vuelo de conexión, pero esa situación me permitió reencontrarme con un amigo querido a quien no veía hace varios años, hacer un divertido plan y conocer un poco más el mundo. El miércoles me vi ceñido al rechazo, pero conocí a otras personas que me hicieron reconocer mi valía. El jueves, cuando daba algo por perdido, otra situación me recargó de esperanza el alma. Me invitaron a unos drinks, además. Y así ha pasado. La sincronicidad con la que nos habla la vida, Dios, el universo –como le quieran llamar– es una maestra. Nuestros planes están llenos de defectos; los de ellos, se edifican en emoción. De pronto el azar cuadra mejor las cosas que yo. Dejarse llevar es confiar, es un acto difícil, pero que paga bien. Tiene más nombres, pero solo se vive una vez. Hay que aprovechar los regalos de la vida, así no estemos pensando en recibir ninguno. Ella sabe mejor que nosotros por qué nos pasa lo que nos pasa.
Así mismo funcionan las renuncias y rendiciones emocionales. Un paso a la vez, pero funciona.
14/05/2021
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La 'mylanta' genérica
Entre los signos más evidentes de que los años no llegan solos está la mylanta: Espeso manjar estomacal que cumple funciones de bombero ante los incendios causados por los antojos y la copiosidad que traducimos de los deseos gastronómicos (¿?) Llevo un mes de régimen de mylanta -o cualquier otro nombre genérico- y aún no logro comprender quién decidió saborizar estas bebidas. En serio: ¿mango, guanábana, guayaba? ¡A quién se le ocurre! No sé si quien las produce quiere asemejar su sabor al jugo del almuerzo o si tiene una devoción incontable por las frutas de un bodegón. Lo cierto es que la mylanta no sabe ni a mango, ni guanábana o guayaba. A mí me sabe como a polvo y no me pregunten cómo creo saberlo. Ninguna fruta es capaz de nadar entre su blancura o textura semitransparente, que se pega de los labios dejando un rastro de puntos blancos en la boca. La mylanta baja lentamente, pero es un orgasmo esofágico. Ahora, se supone que debo tomarla quince minutos antes de cada comida, pero lo recuerdo en el primer bocado. Y como siempre rezo: ¡Puta, la mylanta, otra vez! Intento subsanar el cargo de consciencia y de estómago tomándola después, pero no sé si funcione como se espera. De todas maneras, la edad llega con gastritis y aparente amnesia. Gracias por todo, hidróxido de aluminio o hidróxido de magnesio más simeticona.
03/05/2021
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La gente que impulsa
Seguramente les ha sucedido como a mí; conocen a alguien en sus vidas que los pone a correr, pero en un buen sentido de la palabra. Existen personas que nos conminan, que nos animan, que nos dan el impulso para alcanzar lo que a veces tememos alcanzar, aunque tengamos todas las posibilidades de hacerlo. La curiosidad que inspira esta nota es la manera en la que hay personas que nos animan a tomar riesgos, a salir de la zona de confort, a celebrar la confianza y la complicidad de muchas relaciones humanas que, después de todo, viene siendo la gracia del contacto humano afectivo y amoroso. No sé si yo soy impulsor, creo que, mejor, soy un impulsado. Esta semana ha sido clave en eso; pues la confianza no se confiesa con palabras ni juramentos, se da entregando fortaleza a los demás para que puedan realizar lo que buscan o puede ser mejor para ellos. También, los impulsores son reductores de fricción y angustias, por lo que pueden brindar esa sana dosis de tranquilidad metódica y calma confiada de que todo se puede realizar. Van del impulso al sano impacto.
Esa gente que impulsa es la que va ‘pa lante’.
29/04/2021
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El Informativo de la mañana
Hoy, a las 7:01, cumplí seis años haciendo radio matinal en mi ciudad y para todas las personas que quieran escucharlo por el espectro o por la internet. Recuerdo bien ese miércoles en el que comenzamos. Se suponía que debíamos iniciar el día 21, pero hubo una tormenta eléctrica el 20 en la tarde, lo que noqueó la energía para los transmisores. Todo cambió de orden. Al principio me frustré; luego, fue una señal. Las cosas debían fluir. Han pasado miles de horas al aire y el proyecto se convirtió en producto y creció inmensamente con el tiempo. He probado varios formatos, pero quien ha cambiado soy yo. No soy nada del mismo que comenzó, en lo personal, ni en lo profesional y, mucho menos, en lo radial. Cuando escucho las primeras emisiones se oye una persona temerosa. Ahora el micrófono y yo nos tenemos confianza. Cada mañana veo con adrenalina la cuenta regresiva para ir al aire y adentrarme en un vuelo único. Cada emisión es distinta y, aunque parezca igual, es una experiencia sublime todos los días. Nunca había madrugado hasta que la vida me lo dijo. Ahora es mi ritual y he aprendido a dedicar bien los primeros minutos del día. Gracias a todos los que escuchan y gracias a todos quienes confían en lo que decimos y hacemos.
¡Qué más hace uno si cuando trabaja lo que hace es jugar!
22/04/2021
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El decenario
Antes de morir, mi abuela dejó un decenario que yo heredé; compañía desde que se marchó. Ayer lo perdí, accidentalmente, durante un procedimiento médico. Posiblemente, ha sido el dolor más intenso en mucho tiempo. Me di cuenta horas después, cuando iba a orar, que ya no lo tenía. Por eso, siento un vacío inmenso, gigante. Hubiera preferido perder el celular, el reloj, pero no el decenario que, de cierta manera, me mantenía de cerca con la abuela y me recordaba que he buscado ser muy fuerte en el último tiempo. Esa pérdida me ha parecido fulminante, aunque, también, me siento un poco incomprendido. El decenario lo uso para mis oraciones y hoy, en una confesión, me comentaron que para eso “eran 10” dedos los que me ayudaban a rezar. Fue como una daga porque me confirmó que poco podemos sentir el dolor del otro, de acompañarlo y arroparlo. No podemos explicar lo que siente el otro, pero sí podemos ser receptivos a las causas del dolor, así lo hayamos conocido, experimentado o visto previamente. Ahora miro mi antebrazo derecho, donde llevaba el decenario desde diciembre del 2019 y me siento vacío. Es como si algo muy fuerte se me hubiera desprendido. El dolor tiene estas caras, diminutas en tamaño, colosales en afecto.
No hay pérdida sin revelación.
07/04/2021
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El día de Denis
Los cumpleaños son épocas de celebración –para muchos–. Es una forma de oda bohemia al envejecer. Para muchos tantos, los cumpleaños son verificación de crecimiento; un momento infalible para la consciencia en su encuentro azaroso con el tiempo. En poco espacio he visto crecer, como a pocas personas se lo había atestiguado en mi vida, como sucede con mi gran amigo Denis. Nos conocimos cuando ambos estábamos en cenizas y, a distancia, pudimos emerger. A principio de años tuvimos nuestra primera cumbre y fue una celebración del trabajo y bien hecho, hasta donde me lo deja sobrellevar la memoria. Denis es un hombre noble, trabajador como pocos, por momentos atormentado, pero, sabiamente, combina sus impulsos con comidas copiosas que le alimentan el alma; lo mejor que él tiene. Denis me ha enseñado y él no lo sabe y, más que eso, es un confidente que valoro en todo lo que hago. A este abogado, a este increíble amigo, mi suscripción para que este sea un cumpleaños que confirma todo lo que se ha crecido con el paso de los meses y los años, que se es viejo y se es joven, como Denis.
Celebrar a nuestros amigos como nuestra propia vida es vida.
27/03/2021
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Resultados
Nos enseñaron que de las metas prosiguen los resultados o los fracasos. El fracaso, como tal, ya es un resultado, pero está bañado en aguas turbias y tiznado dentro de lo peyorativo. La otra opción es el éxito consecutivo al esfuerzo, el deseo, la ambición o el plan. Sin embargo, no siempre obtenemos los resultados que buscamos y son estos momentos los que ‘nos miden el aceite’ sobre la manera en la que hemos aprendido a interpretar la vida. Saberse marchar cuando algo se lee estancado o infértil; doloroso o una penuria, también es un resultado y, el aceptarlo, es un éxito. Para comenzar algo se debe haber terminado lo otro. Incluso, está en La Biblia (Mateo 6:24) que nadie puede servir a dos señores. También hay resultados que nunca entenderemos a pesar de haberlo dado todo y que acusaremos con el manto de la injusticia o la impotencia. Pero, todavía está haber obtenido lo que no se esperaba en un principio y que terminó por cautivarnos, incluso, en probable mayor medida que la meta inicial. Por eso, cuando se hacen balances, resulta interesante en qué nos enfocamos; si en lo que logramos o en lo que crecemos, entendemos o soltamos durante este proceso, pues uno de los dos no perece. Además, la vida no se trata de una repisa para situar trofeos y al ego ningún laurel le es suficiente. Por ello, el mejor resultado es el que nos es más propio, no el que creemos que es el que nos compete. Convenzámonos de eso, pues, y cambian los resultados.
A todo esto, también le llaman sabiduría o discernimiento.
25/03/2021
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Los temblores
Los pensamientos nos sacuden. Ayer quise ponerle ají a una empanada
y regué el encurtido. Cayó sobre la servilleta. Lo tomo siempre con gracia porque es el
único camino de crecimiento en el que puedo ver mi juvenil temblor
en las manos por el que muchas personas me inquietan cada vez que
posan su atención en mi poca motricidad fina y lo que también
llaman pulso. Estas oscilaciones son un efecto secundario de un
medicamento que llevo varios años tomando y que trae una serie
importante de efectos agregados. En un principio era razón de
vergüenza y siempre que salía a un almuerzo prefería nunca tomar
sopas y cuando como sushi es una total risa. Antes era un suplicio y,
de pronto, también lo es hoy, pero me resisto a verlo así. Es
extraño a mi edad temblar con esa frecuencia y no tener un pulso
firme, aunque mi alma y mi corazón suelen causar enormes terremotos
emocionales que no asocio a este escrito. Cuando los nervios se
combinan con este efecto del temblor, la situación es más
particular. A pesar de lo repetitivo, trato de buscarle la novedad a
todo eso. Me he acostumbrado a temblar en las manos y, de cierta
manera, también con ello le he dado la bienvenida a muchos
'defectos', que son solo otras formas de reconocer que debemos
siempre ofrendarnos a lo que nos indique el cuerpo y aceptar todas
sus expresiones. Algo nos dice que nos sigamos moviendo.
Es preferible un temblor constante a
una quietud insoportable.
11/03/2021
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El tesón
Dentro del lenguaje coloquial hay un término que me agrada escuchar: “Teso”. Se define en lo ordinario como una persona buena en lo que hace, que sabe, determinada por su convencimiento y actitud; diferente a lo que dice el diccionario, cuyas acepciones no son óptimas con la noción que busco redondear. Quizás por su labor sonora, vinculo al teso con tesón, una cualidad que se basa en la perseverancia y la decisión para poder ejecutar algo; es algo así como la esperanza, pero en acción... Pocas palabras y más hechos. El tesón nos lleva a conseguir una meta trascendental, pero no nos embriaga de ilusión; mejor, mide nuestras fuerzas para hacer algo que es justo y necesario, sin pasar por encima de alguien o algo... El tesón se basa enteramente en el mérito para cursar y causar su diferencia y tiene una raíz etimológica en la ‘tensión’, desde tensar, hasta tenderse o dirigirse a un fin con fuerza. El tesón necesita de una razón o de un motivo para desarrollarse y no hay obra sin norte. Nos permite salir de espacios viciosos en donde caminábamos en círculos y, mejor, nos ayuda a buscar nuevas direcciones para redescubrir y revivir lo que antes no sabíamos conscientemente cómo lo hacíamos. Necesitamos del tesón como elemento funcional que lleva a ejecución lo que algún día trazamos como sueño y, luego, como un plan.
Lo importante del tesón es que no nos deje tiesos.
04/03/2021
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A solas
Quizás les haya llegado a suceder
que cuando ven que algo está por dañarse o descomponerse prefieren dejarlo
quieto, sin interacción alguna, esperando que la presunta calma obre
extrañamente y repare las infundas reservas... También ocurre con nosotros
cuando buscamos tiempos a solas, de reparación; de fruición emocional. La mente
y el cuerpo nos suelen convencer de tomar un tiempo de aislamiento y lo mejor
es obedecer a esas señales. Cuando estamos huraños sin motivo alguno, cuando
creemos que somos proclives a causar daño el alguien o en algo, o cuando no nos
sintonizamos con nuestro propio consciente es tiempo de apartarnos e irnos a
solas, no en un diálogo egoísta lleno de loas y recriminaciones externas, sino
como una conversación cálida con nosotros mismos, con Dios -si así lo queremos-,
con nuestra mejor versión, con una beldad imaginaria, con el amor; ¡qué sé yo! Cuando
estamos a solas se balancean las cargas y lo importante, al final, es no
quedarnos fundidos o en un circuito aislado. Como dice la canción de Juan Luis:
“Quiéreme como te quiero a ti”; eso, a nosotros mismos y, obvio, a quien resolvamos
amar.
Si
a solas somos nosotros, este puede ser el mejor tiempo.
01/03/2021
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La ansiedad
Hay trastornos, episodios,
sensaciones, emociones que logran esquivar las grandezas del lenguaje para ser
descritas y, entre ellas, está la ansiedad. Es una fuerza anquilosante, que
paraliza la prospectiva y la perspectiva. La ansiedad se siente en los ojos
como una expresión en la mirada que busca comprensión y salida inmediata.
También, se oye con mayor volumen, a la semejanza de un grupo de voces hablando
al oído mientras se pretende solo percibir algo de paz al momento. Una sola
sintonía rodeada por un torrente ruidoso. La ansiedad envuelve y sabe
descuadrar lo siempre configurado. Cuando aparece muestra varias facetas: la
volatilidad, la impaciencia, el pesimismo y un fuerte rasgo por querer resolver
en tiempos propios lo que nunca se consultó con el reloj. La ansiedad es una
especie de rezago del ánimo, pensamientos bastardos que buscan hacerse ver,
recordatorios de deudas aún impagas, reflexiones de lo que pudo haber sido y
nunca será, látigos y flagelaciones a alguien que no lo necesita y considera
que lo merece. La ansiedad es una especie de campanazo que despierta a quien
solo buscaba dormir y ahora solo cree en las pesadillas. En la ansiedad hay más
preguntas que respuestas y, de las pocas respuestas, no está bien fiarse. Por
eso es que nuestras ansiedades, aunque ciertas, solo son ficción al final.
La
ansiedad, quizás como libretista, pero nunca como directora.
27/02/2021
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Tercero Be
Quizás les haya sucedido que
coinciden con una persona –pese a sonar a obviedad– en el momento justo, aunque
le hayan visto en repetidas ocasiones previamente. Esa es mi historia con mi ‘Máster’,
como cariñosamente llamo a Mateo Trujillo G. Una serie increíble de concomitancias
han reforzado nuestro lazo; desde versos con heridos lamentos por la dureza de
la existencia, la música y la capacidad de introspección; como también el poder
absoluto que tiene la escucha y el entendimiento y, sobre todo, la bandera de
la querencia, el afecto y la empatía. Hoy, mi Máster cumple años, y es una
celebración, que siento, debí celebrar desde antes, pero que, llega en el soplo
indicado. Su mar existencial se ha llevado en sus olas parte del peso ajeno y
le ha permitido purificar su alma para saberse entregar a la persona que elija,
luego de hacerlo con él mismo. También, soy un afortunado de tener un Mateo
Trujillo en mi vida, un contertulio excepcional, mi compañero y escuchador;
quien comprende mi reiterativa lamentación –sobre la misma trama– y ve a través
de mis erratas las razones de lo ilógico para convertirlo en apoyo. Con mi
Máster he podido relatar lo que hace ‘Luisito Creaciones’ y su ímpetu de ir
como Los Amorosos de Jaime Sabines; erráticos, pero convencidos en el amor…
Situación igual concurre con ‘Mateíto Creaciones’, curiosamente, al mismo
tiempo presente, como una preciosa coincidencia cuántica. Por eso, Luisito y
Mateíto, hoy, cursan Tercero Be, con ánimos de ser promovidos a Cuarto A. El
Máster es un Piscis sabio, imprevisible, intuitivo, siempre afectivo; es la
persona que siempre está para abrazar y, eso, es lo que muchos necesitamos por
estos días. Nada más. ¡Feliz año, Máster!
Hoy saldé una deuda que llevaba pendiente desde hace un puñado de años; desactivé las notificaciones de chat. Lo hice con convencimiento, de no someter más ni tiempo ni permutar más mis espacios para –mejor– dedicarlo a mí. En principio podría sonar egoísta, pero, a la postre, se convierte en una decisión en pro de la tranquilidad. Tengo la costumbre periodística de querer saberlo todo en el instante y, a pesar de recibir constantemente actualizaciones de noticias, sé que a ellas no debo responder y que cumplen con informarme. Ahora, desenchufé los mensajes inmediatos que recibía – todavía peor– todo el tiempo en el reloj. Siento una libertad rara; hay cierta extrañeza de saber que todo lo que aparecía por todas partes, ahora queda encerrado en el bolsillo o donde quiera que deje el teléfono celular. Merezco esta libertad, no lo dudo. A veces malgasto tiempo revisando si alguien me escribió o respondió; me estreso por mensajes indeseados y otros se acumulan entre otras peticiones de charla con las que soy indiferente, a veces. Es un paso grande por la paz mental el que hago hoy; mientras me voy haciendo al hábito de responder cuando lo recuerdo y quiero, en lugar de una acción matemática que pareciera de servicio perenne. Además, no creo que a estas alturas de la vida alguien tenga que estar sometido a un chat a la espera de una información que, como todas las telecomunicaciones, debe aguardar. Además, quienes quiero, saben que me gusta que me llamen; amo escucharlos. Es principio de distanciamiento, no de aislamiento.
19/02/2021
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Día de San Valentín
Vivimos de premisas equivocadas y
les encontramos cierto placer. Asociamos nuestros deseos con ánimos de
derroche. En algunos casos, hasta identificamos nuestras necesidades como
moneda de trato social. Por eso, algunos creen que el día de San Valentín es el
día de los novios. No está mal que así lo crean. Lo que debe prevalecer es la
esencia… Quizás, mejor, podemos acuñar este día como la celebración del amor,
del inspirador, del real, del que ha dolido y/o se ha servido como remedio. El
amor es más que una relación erótica o circunstancial o clichés para
inexpresivos. Quienes hemos tenido la fortuna de hallar el amor y, también lo
hemos perdido por momentos, hemos aprendido que la verdadera gracia está en la
posibilidad y facultad de amar, de sentir verdadera alegría al entregar amor;
de la autenticidad que nos exige y no de querer como uróboros. Si el amor no es
real o verdadero, es otra entidad insuficiente. Algo que aún busco y trato de
comprender es por qué, en nombre del amor, incitamos nuestras más grandes y
pesadas tragedias; cómo una terminación de noviazgo o un divorcio se convierten
en densas pesadillas existenciales. También, me gusta admirar a quienes se
amaron y pudieron rescatar de entre sus escombros la amistad y logran dialogar
con entendimiento; no tiene mucho sentido odiar el sentimiento que todo lo
marcó otrora en el concepto de un día a la vez. Hoy, con una dicha que
confunde, puedo saber que estoy amando, profundamente, con idea y sustento,
pero no como se supone que sea. Amo el cariño, la dulzura y la candidez que se
atan al amor, pues algo está claro: el amor nunca llega solo y siempre nos
visita para cambiarnos desde el fondo y hasta el final. Quienes no han sentido
esa manifestación, probablemente tengan la fortuna de amar por delante, pero
carecen aún de la experiencia suprema.
Amemos con
vigor, comprensión, pero no con temor.
14/02/2021
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Serenata para la abuela
Ayer la abuela cumplió 89 desde que
nació en una vivienda humilde en Manizales. La abuela siempre quiso
aplicarse a las matemáticas y a la escuela, pero, debido a la
pobreza de la época, tuvo que dedicarse a manufacturar en casa cajas
para cerillos. Fue la forma de subsistencia por años, hasta que se
casó con el abuelo, a quien no conocí, aunque me sueño dialogando
con él sobre la vida. A la abuela le gustaba escuchar música
colombiana, por eso, cuando empecé en la radio, hace casi seis años,
se deleitaba con el menú ritmos locales que seguían a mis noticias.
Ella, me cuentan, se sentía feliz de escuchar mi voz en la radio,
para luego cantar 'Las Acacias', 'Besos y Cerezas' o muchas otras
composiciones de la tierra. Ayer la pensé mucho y la extrañé,
justo porque, cuando el corazón dolía, ella siempre lo remediaba.
Cuando llegué a casa después del trabajo, por la calle caminaba un
'cantapistero', de aquellas personas que llevan un bafle a cuestas
para ganarse la vida. Le pidió a mi padre energía para poder
conectar el pesado dispositivo. Todos miramos con reservas, pero
sabíamos que lo correcto era ayudarlo. Cuando este hombre comenzó a
cantar, de su voz salieron algunas de las canciones favoritas de la
abuela; fue como si una enorme coincidencia le hubiera rendido un
tributo a Fanny, la abuela, fallecida hace poco más de 13 meses. Fue
como una especie de compensación de la vida, un momento de
inspiración; fue un instante en el que la sentí cerca, aunque sé
que siempre nos acompaña en casa.
El amor salta en cualquier lugar y
de la forma en la que menos lo creemos.
12/02/2021
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Mentirse a sí mismo
“—No, no lo digo por eso. Empiece
por no mentirse a sí mismo. El que se miente a sí mismo y escucha sus propias
mentiras, llega a no saber lo que hay de verdad en él ni en torno de él, o sea
que pierde el respeto a sí mismo y a los demás. Al no respetar a nadie, deja de
querer, y para distraer el tedio que produce la falta de cariño y ocuparse en
algo, se entrega a las pasiones y a los placeres más bajos. Llega a la
bestialidad en sus vicios. Y todo ello procede de mentirse continuamente a sí
mismo y a los demás. El que se miente a sí mismo, puede ser víctima de sus
propias ofensas. A veces se experimenta un placer en auto ofenderse, ¿verdad?
Un hombre sabe que nadie le ha ofendido, sino que la ofensa es obra de su imaginación,
que se ha aferrado a una palabra sin importancia y ha hecho una montaña de un
montículo; sabe que es él mismo el que se ofende y que experimenta en ello una
gran satisfacción, y por esta causa llega al verdadero odio... Pero levántese y
vuelva a ocupar su asiento. Ese arranque también es falso”.
Los
hermanos Karamazov. Fiódor Dostoyevski
09/02/2021
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Andy1140
Mientras veía el aburrido Super
Bowl LV, recibí una interacción que me llamó bastante mi atención. Es una persona
en Twitter que me preguntó sobre el remordimiento, el perdón propio y cómo
seguir adelante. A Andy solo le puedo decir que para que haya perdón propio hay
que dejar ir la culpa o la falsa necesidad de ajustar un azote las cosas que
suceden. Tenemos responsabilidad en nuestros actos y decisiones, sí, pero la
culpa es un proceso plenamente inaportante que nos aísla de nosotros; de ahí
que cueste tanto el perdón propio. No nos podemos perdonar si insistimos en
culparnos, en azotarnos, en atormentarnos. Todo parte de ordenar nuestros
pensamientos de forma saludable y reconocer que muchas de las ideas que
fabricamos alrededor de un hecho en muchos casos no son verdad; corresponden a
una lora que hay que callar, como diría un amigo. A veces pasamos por momentos
de debilidad, desesperanza y desmotivación y esto está bien; hay que vivirlos,
pero no morar en ellos. Tampoco se vale sacrificar nuestra vida por someternos
a que nuestro deber es sentirnos mal… No es solución. Hay cruces que se hacen
muy pesadas en la vida, pero a veces debemos descargar el peso para poder
continuar. Siempre hay quienes pueden ayudar, psicólogos o amigos confiables;
lo importante es no quedarnos a vivir en la idea en que hicimos algo malo y
tenemos que pagar por ello; de eso no se trata la vida, es todo lo contrario a
esa idea kármica, crecer de todo lo que hacemos. La mejor decisión, a veces, es
delegar el peso y dejarnos ayudar. No dejemos que los pensamientos arrebaten
nuestra realidad.
El
amor auténtico nos lleva adonde queremos llegar; la culpa, a ningún lado.
08/02/2021
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La esperanza
Friedrich Nietzsche dijo con justa
razón: “La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del
hombre”. Este párrafo es sobre la esperanza, ese motor desgastante que nos
lleva lejos, a conseguir lo que queremos, o hasta el más pronunciado y profundo
de los precipicios. La esperanza la aprendemos; se nos enseña a persistir y a
nunca desistir, confiando en que nuestras ilusiones pueden transformarse pretensiosamente
en realidad; casi que una negación momentánea inspirada por nuestro verdadero mérito.
La esperanza tiene una génesis: es cuando el deseo se disfraza de algo
alcanzable. Como virtud teologal, es la espera a que Dios otorgue los bienes
prometidos. Y, allí, ¿qué? ¿Oramos para que suceda? ¿Convencemos a Dios o a la
vida de la sensatez de nuestra ilusión? La esperanza, cuando se cansa de esperar,
nos destruye hasta dejarnos, paradójicamente, sin deseos de desear.
La esperanza es como un medidor de optimismo que siente un imán hacia el
pesimismo… Después de perder la esperanza, se pierde la fe. A la larga, conozco pocas cosas que haya hecho la esperanza, más
allá de dar vida; y también, quitarla.
"El cerebro puede seguir
consejos, el corazón no. Y el amor, al no tener geografía, no conoce
fronteras". Truman Capote.
05/02/2021
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Coincidencias cuánticas
Algunas teorías insustentables de
la física sugieren que hay una conexión subatómica aleatoria y que esto puede
permitir que dos cuerpos se conecten sin permanecer en el mismo espacio, pero
sí en el tiempo; le llaman ‘metáfora cuántica’. Nosotros, quienes no
especulamos con teoremas –porque ni los entendemos–, nos consolamos llamando
esto causalidad, coincidencia o ‘serendipity’.
Acumulo ya varios días desde que un montón de coincidencias se apilan cuando
pienso o estoy en compañía de un puñado de personas muy queridas. Hace poco,
una canción que no pude reproducir de una lista cerrada en un carro en el que
no conducía, al ir abruptamente a la radio, esa canción, precisamente, estaba
sonando. En ocasiones recurrentes, cuando pienso en alguien, este aparece con un
mensaje tras un periodo de silencio. Seguramente
a todos nos ha pasado y hemos respondido con la frase manida de: “le llamé con
el pensamiento”. Y puede que suceda. Puede que solo sea una coincidencia. Puede
que sea un contacto profundo. Puede que no sea nada. ¡Qué sabemos!; solo queda
disfrutar con ilusión infantil cuando sucede y bien cae creer que estamos
conectados, quizás, como una madre con su hijo o dos corazones que se quieren in crescendo.
Si
algo tiene valioso una coincidencia, es su factor sorpresivo y, a veces,
hilarante.
Hay algo que solemos temer y que es
profundamente liberador: Equivocarse. Al caso que voy hoy es cuando suponemos y
nos equivocamos; notamos que nuestro entendimiento, previamente radicado entre
el consenso de nuestra mente e intuición, se aleja de lo que en verdad es. Nos
damos cuenta de que lo que creemos no es; que la imagen y la preparación (o
predisposición) nos han zanjado una distancia de lo que es auténtico y no
imaginario. Por eso, en tantos casos, es liberador “meter la pata”, porque
descansamos, porque nos desatamos a lo que nos dice la cabeza. Cuando nos
equivocamos siempre tenemos un nuevo chance, una oportunidad de mirar desde
fuera para volver a nosotros a dentro. A veces se dice que es mejor pensar con
el corazón, porque el corazón solo dice verdades. La diferencia es enorme, pero
también confusa. Cuando nos equivocamos con el corazón, creo, vamos al libres
al sabernos errados, pero satisfechos por el intento; lo que es mejor a cuando
cometemos equivocaciones con la cabeza y solo nos sabemos víctimas de nuestros
propios nudos. Equivocarnos en nuestras previsiones y predisposiciones es un
acto de liberación. No habrá peor veneno que creer que no hubo
equivocación para no tener sentido de verdad.
Para
aprender a equivocarnos hay que perder el miedo a la contundencia del error.
26/01/2021
Del gran José Emilio Pacheco
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Dar afecto -sin pena-
El 26 de junio pasado, escribí en
esta misma columna lo que considero es recibir afecto y el propósito de
apertura que se debe tener para poder compartir en la misma tónica lo que se
recibe y lo que se da. Ahora, el turno es de dar afecto, situación que surge
del convencimiento emanado del cariño y agregado por la confianza de fortalecer
lazos. Dar afecto, en pequeñas dosis sorpresivas, o grandes gestos, es una
manera de demostrar nuestra firmeza, parte fundamental del criterio y de la
dignidad. Por eso, quizás, sucede, que después de haber dado una muestra de
afecto, podemos sentir confusión y algo de congestión emocional a raíz de lo
que acabamos de hacer, probablemente bajo el manto de la inseguridad o la vergüenza.
Pero no es así; solamente es una emoción discordante. Ante las dudas de este
calado solo se puede responder con la calidad de haber hecho algo desde el
corazón. Claro está: afecto e interés no son amigos y son plenamente
incompatibles y para que el afecto afecte
a la otra persona, debe ir libre de previsiones y tiene que darse a la libertad
de darse por recibido de la manera más auténtica y real posible. Como les digo
a mis amigos y queridos, dar afecto es muy bacano, porque al hacer sentir bien
a la otra persona, nosotros también nos renovamos desde fuera hasta el fondo de
nuestra oxitocina.
Dar
afecto, no para complementar, sino para estabilizar desde el alma.
Nací a las 12:30 p.m., pero, en
efecto, a las 11:30 a.m. del undécimo día de 1993. Cada año le hago la misma
pregunta a mi madre sobre la hora de mi nacimiento. El primer indicador es la
famosa ‘Hora Gaviria’, nuestro horario de verano durante el fenómeno de El Niño
de 1992-1993. A veces, como en el Boletín del Consumidor, me pregunto cómo se
cotiza la vida. Hoy debo decir: al alza. El ciclo que terminé ayer es
increíblemente fructífero y desde ya lo pongo como bandera para muchos
proyectos. Inevitablemente, vivir está complejo por estos días. Ver tantas
muertes a diario nos recuerda que este es un acto estoico y de templanza; de
fuerza y mesura; un híbrido raro. Pero, hay que celebrar que logramos una
casilla más, otro número que anotamos en nuestro registro; es una victoria.
Todos los cumpleaños son buenos y nos dejan ver en qué hemos crecido, qué hemos
decidido apartar y qué valoramos ahora. Sucede igual con los mensajes temprano
en la mañana. Están ahí para hacernos felices. Como me dijo George, este año
debe ser para simplificarlo todo. El pronóstico: fresco, colorido y soleado.
Base nubosa: gratitud al 100%.
Lo mejor del cumpleaños, como todo en la vida,
es compartirlo.
11/01/2021
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Oraciones escuchadas (II)
Hoy es un año desde que la abuela
murió. No ha sido un año fácil, pero hemos aprendido a honrar el legado de
ella. La vi por última vez el 31 de diciembre del 2019. Ese momento me exigió
demasiado. Ella, desde su cama de cuidado intensivo, me pidió que oráramos
juntos. Lo hicimos. Fueron cinco minutos en los cuales, por primera vez, yo
lideré la oración. Quienes me conocen saben que oro mucho, todos los días, y
por momentos, casi que todo el día. Ese día le pedí a la abuela por su descanso
pronto que llegó cinco días después. Me enteré de su muerte en medio de la
cobertura de un incendio en el vecindario de la plaza de toros. Recuerdo la
notificación de su fallecimiento. Descansé. Supe que había que cambiar el
enfoque… Pasar del despecho al fortalecimiento. Leí en la misa del funeral que fue el día del cumpleaños de mi madre. Heartbreaking.
Quizás, el momento más difícil, pero mejor compensado de mi vida; hasta Manuel lloró. Tuve el apoyo de Margaret y Beatriz. También, una
imagen de mi abuela me acompaña en mi cuarto. La tomó mi madre en un viaje a la
casa de veraneo de mi tía Constanza en el Valle del Cauca. Ese día nos sentamos
a hablar por horas sobre su infancia y su vida. Recuerdo todo eso, en medio de
un ataque de ansiedad que sufría en silencio. La abuela lo reconoció y me dio
aromática y me acarició la cara para suavizar los pliegues propios de la
tensión emocional. Me insistió en siempre amar. Creo que lo hago; ella vive
presente en mí. Las cenizas de mi abuela quedaron en el oratorio que frecuento
casi a diario. La visito y le agradezco. Ahora que se ha marchado al descanso, siento
que todas las oraciones fueron escuchadas.
La
muerte es solo el fin para quien solo vive para sí.
05/01/2021
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Legados
Este ha sido un buen año. Hubo
cosecha, pero es imposible prescindir de la expectativa emocionante que provoca
toda la siembra. Claro está, deja tremendos legados que expongo a continuar: Me
incitó a seguir mi pasión de la meteorología y me colmó de instrumentos; me
llevó a caminar por senderos, caer en ellos y resurgir; amplió mi capacidad
laboral y me permitió vivir más de cerca mi vocación. También, me revivió
ilusiones con alguien de 23 años y me reforzó el afecto que siento por aquellos
mayores a mí. Salvó mi necesidad de mantenerme firme en mi espiritualidad.
Aprendí a regular mis recuerdos, a modularlos y a agradecer por ellos. Pasé por
la mayor crisis de salud mental de mi vida y me sobrepuse; gané varios kilos
como consecuencia de las medicaciones, pero sigo amando mis cachetes. Escuché y
me oyeron. El estrés se volvió aliado desde que nos conocimos las diferencias.
El autosaboteo pereció. Conocí seres humanos geniales: Natalia, Mateo, Ricardo,
Juan David y muchos más, cuyos nombres olvido de momento. Me volví olvidón.
Despedimos a la abuela después de su arduo trabajo con sus hijos, nietos y
demás descendencia. Aprendí el enorme valor del abrazo y de siempre insistir en
el cariño. Con María Leonor comenzamos un programa de radio sobre psicología.
Dejé caer viejas estructuras. Supe que soy buen jugador en el parqués. Redescubrí
las esperanzas de Manuel, traté de entender el intelecto de Martín, me
sintonicé con Nicolás, admiré más a Carlos Andrés y conocí el valor enorme de
Denis. Ajusté 21 años de conocer orgullosamente a Daniel Santiago. Seguí
trabajando como un reloj con Margaret. Voy conociendo Dusseldorf gracias a
Norman y, con Sam, hablo de los Vikings y de todo un poco más. Planeo visitar a
Charlie pronto. Mike, Luis Miguel y Alejandro siempre me protegieron con su
gracia. Profundicé el amor por mis padres y aprendimos a sabernos vulnerables.
Acentué todo lo que me amo. Me superé. Todo, gracias a Dios. Este es el Luis F.
modelo 2020 y ocupó el parto de nota más grande del año.
Llego
más que contento al 2021. Aquí están todos los que se hallan en mi vida, así no
encuentren su nombre textual.
31/12/2020
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Oraciones escuchadas (I)
Se cumple un año exacto desde que
en una novena navideña de la empresa mi petición se hizo pública por diferentes
circunstancias. Recuerdo ganarme la primera ancheta de mi vida y contarles a
mis compañeros de trabajo lo que estaba pidiendo ese día en una estrella de
papel que fue seleccionada por una bebé que la tomó de un mural lleno de las
mismas figuras: “Volar lejos y libre”. La oración se escuchó, la promesa que se
reza en las oraciones del novenario navideño se tornaron realidad.
Extrañamente, horas después se empezó a configurar toda esa petición. Volví a
la libertad tras meses de no saber qué camino tomar y fijé mi mirada en la
lejanía como logro propuesto. No fue fácil el comienzo, pero ahora, conseguí
todo eso que pedí con devoción ciega y confiada. Tampoco cargo pesos del pasado
ni emociones pretéritas. Haber recobrado la libertad me exige la paz de haberlo
hecho bien y saludar mi obra con todo su contenido, errores y encanto. Las
oraciones sí se escuchan, hay que saberlas agregar.
Para
amar sensatamente se necesita libertad y coherencia.
20/12/2020
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Recordatorios
Hago parte de un grupo experimental
de humanos que no usa agendas ni calendarios y que pretende guardar todos sus
compromisos con personas, el tiempo o la memoria en la cabeza. No sé si sea
gracia del recuerdo o del entendimiento que pocas cosas se escapen de mi
cabeza, aunque suceden olvidos; puede ser el TOC o simplemente lo presumo hoy –tampoco
lo niego–. Este diciembre lo tengo marcado en la mente desde hace algunos días
con varios recordatorios que me sirven como balanza de cierre del año
corriente. Hace 12 meses y algunos días avizoraba momentos de angustia y desequilibrio.
Ahora que vuelvo al mismo tránsito solar, recuerdo qué gran capacidad tenemos
para enceguecernos cuando en frente solo espera el abrazo instantáneo de la luz.
En diciembre solemos recordar lo que nos pasó en semanas anteriores o en años
pasados. Ponemos un pin en nuestra memoria para recordar que debemos ser
felices, esperamos que llegue el mes para revivir el recuerdo; así, algunos
eligen la nostalgia y otros preferimos la gratitud. Somos, entonces, relicarios
y buscamos en nuestras reliquias la mejor razón para acordarnos de recordar. A
veces solo necesitamos verlo en el calendario y recordarlo.
Agradecer
la presencia del recuerdo, pero darle solo un instante en el presente.
13/12/2020
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Fútbol
Con garantías les digo que nada sé
sobre fútbol. Además, es ignorancia rayana, porque, aunque pudiendo aprender,
no he querido. Creo que, si lo entendiera, entonces, le perdería la poca gracia
que le encuentro. Confirmo que, cuando veo una pantalla en un partido de
fútbol, veo a todos los jugadores corriendo tras el balón. Aunque el Máster Mateo Trujillo me hace sesudas
explicaciones, no distingo con prudencia sobre formaciones o tácticas, mucho
menos de estrategias, si es que las hay. Sin embargo, el fútbol me ha dado los
instantes deportivos más gloriosos, más que los mismos Minnesota Vikings.
Recuerdo el título de Colombia en la Copa América del 2001 y la alegría que
anestesió –por un momento– a un país desangrado. Vi los títulos del Once Caldas
que aún me causan una liberación de indiscriminada de dopamina cuando veo repeticiones
o escucho relatos radiales. El fútbol, tiene algo que no tiene otro deporte: El
grito de gol. Es liberador como nada. Decir Touchdown
no tiene nada de eso, por lo que prefiero decir: Fuck, yes! Tengo claro que no quiero aprender de fútbol, que lo
disfruto más desde la ignorancia, que prefiero preguntarles a mis amigos sobre
qué está bien o qué está mal. Finalmente, con el fútbol también he aprendido a
escuchar (porque no tengo nada con criterio de qué hablar).
En
mi acumulado personal tengo dos goles y tres tarjetas rojas. Eso lo resume
todo.
18/11/2020
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Llenarse de nada
Es un oxímoron. La humanidad se acostumbra a perder
lo que no tiene; a salirse de virtualidades o cosas que, en esencia, nunca
tuvo. No se puede desperdiciar o malgastar lo que nunca se tuvo; tal como eso. Lo escuché de
Vicky una vez en consejo de redacción y se me grabó por siempre. Entonces,
¿cómo se llena uno de lo que no tiene? A esto vamos con las esperanzas o las
ilusiones: ¿de dónde se alimentan para hacer ese espacio que teóricamente no ocupan?
Luego, cuando se destruyen o pierden piso, dejan desnudo el mismo espacio de
siempre, el cuidado o descuidado, el amado o rechazado, el mismo que tampoco
podemos llenar nosotros. ¿Cómo hacemos los humanos para colmarnos de nada para
continuar creyendo que tenemos algo cuando no tenemos nada? Y luego, para
justificarnos, decimos que perdimos ilusiones, cuando, en verdad, lo que
perdimos fue el tiempo.
Esperanzarse
es como caminar fijo sobre nubes de algodón; se puede avanzar o caer.
13/11/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
11:24
Hay algo que tiene la incertidumbre
que hace que no la rechacemos de tajo. Ese picante ansioso que nos vincula a
buscar un final cierto es lo que nos mantiene pendientes o atentos. Solo una
pérdida o ausencia de interés nos enajena de vivir la incertidumbre. La semana
que termina bien puede ser mi periodo con menor sueño reparador del año. Cada
noche esperaba el final de las elecciones foráneas que, quienes me conocen,
saben que las siento muy propias. Pasar del pesimismo de la noche del martes a
la esperanza de la madrugada del miércoles y edificar allí una fuerza común ha
sido una experiencia grata. No quería perderme la proyección de presidente electo
y quería escucharlo de Wolf Blitzer, el mismo al que le atendí el fenómeno de
Barack Obama o la muerte de Michael Jackson una tarde de agosto del 2009.
Después de refrescar páginas, escribir análisis en previo y no descansar en el
recuento de números y ‘ballots’, a las 11:24 de la mañana de hoy llegó ese impulso
de adrenalina y emoción que no tiene término. Es genial e indescriptible –paradójicamente–,
como periodista, ver las noticias pasar en tiempo real. Seguramente es eso lo
que no permite dejar este oficio.
Contarlo
es vocación, informarlo es pasión.
07/11/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
La desilusión
Se tiñe o destiñe una desilusión
como algo malo, cercano a la decepción y en el vecindario de la desesperanza.
Una desilusión no es otra cosa que una dosis de realidad en medio de conjeturas
mentales sobre un deber ser de algo, supuestamente. Pero, en realidad, una
desilusión también es un alivio doloroso o desagradable, como las inyecciones o
los jarabes para la tos que guardan un sabor perverso para una posterior
mejora. Es entonces cuando un puño brota desde la tierra para reanimarnos en
vivir en verdad y no en codicia o ilusión. Es natural desilusionarse de
alguien, por su frialdad o tozudez, por sus miedos o por sus constantes
embargos de crisis. También nos desilusionamos de nosotros mismos por no haber
alcanzado la ilusión. El látigo a continuar es un recordatorio inmisericorde de
que fallar nos cuesta, sobre todo, cuando nos malogramos hipotéticamente, como
sucede con las desilusiones. De todas maneras, para evitar desilusiones, no hay
que evadir ilusionarnos, sino, mejor, construir sueños o ideas posibles y
personalmente realizables, sin radicarlas en el pulso ajeno.
De
las desilusiones se aprende, de las decepciones se padece.
02/11/2020
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Narrar fútbol - football
Son 12 años de escuchar a Paul Allen narrar los partidos de los Minnesota Vikings, que tanto amo tóxicamente. Sin su relato ‘play by play’, los partidos no los sentiría iguales. Escuchar su narración me recuerda del Metrodome o me hace ansiar mi primer partido, cuando se pueda, en el US Bank Stadium de Minneapolis. He crecido escuchando radio y trabajo desde hace algunos años en una estación de noticias, donde narramos la realidad, menos la deportiva, en ese tiempo real. A veces me pregunto cómo me iría en esas lides, pero creo que soy demasiado emotivo y las profanidades serían el predicado común de mis locuciones. La narración hace vibrar, mientras que el relato; explica. En Colombia estamos acostumbrados a apostillas pasionales hasta el éxtasis o la fatiga emocional. En otras latitudes son algo más fríos. Paul Allen pareciera colombiano, con la forma en la que narra, grita y hace sentir todo lo que ve, como si se estuviera allí, que es la magia de todo narrador. Hace algunos días que escucho nuevos narradores de fútbol y creo que me vuelvo a conectar luego de llegar al hastío con el “cantante del gol”. Perdón ahí.
No sé qué sea narrar un gol o un touchdown, pero sí sé lo que es gritarlo desde el fondo.
18/10/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
En silencio
Se apilan los días sin regresar a
los desahogos en los que se convirtieron estas notas. La razón que lo ampara es
que estoy feliz en el silencio, pues, de cierta manera, la ausencia de ruido me
ha permitido sintonizarme mejor con los pensamientos que llevaban días
esperando ser escuchados. Sucede de una manera fascinante, sin exigencias ni
presunciones y con plena consciencia de darle a cada elemento su filosofía y su
derecho. Curiosamente, no ha sido tampoco un episodio de ausencia auditiva:
tengo grandes conversaciones con amigos, encuentro mayor profundidad en la
música que me gusta y me escucho hablar, como lo hago con los demás. También,
les di oportunidad a mis miedos de discutir y ellos se marcharon tras ser
escuchados, pues solo demandaban eso, a pesar del drama. Ahora, estudio con el
convencimiento de enrollarme en el conocimiento y aplicarlo para compartirlo,
como suele decir Manuel. También, veo fútbol con Mateo y leemos por aparte.
Laboro –y río- con Margaret. Viajo con la voz de Nicolás Me acompaso con la
risa de Natalia y trato de entender lo que dicen Martín o Julián. Aclarar las dudas metódicas de Denis y más. Lo mejor es
que antes de dormir siento y vivo el amor que profesan los labios de mi madre y
de mi padre. Así pues, he encontrado la dicha y la paz, silentemente.
En silencio alcanzamos lo
incontable.
03/10/2020
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Conciencia y corazón
Han pasado horas desde que pude consumar la ilusión de dialogar con Gilberto Santa Rosa sobre su música. Sucede en un ambiente perfecto, en directo en El Club del Oyente, con la sincronización de las notas y los ritmos. Hay una canción de 1988 que me marcó y se la pude reproducir de sorpresa. Su cara de sorpresa y de memoria me hicieron entender que sus emociones y las mías, por ‘Déjame sentirte’, eran toda una honra a su título. Luego, le cuestioné qué primaba más en él, si la consciencia o el corazón: dijo que 60% corazón y el restante para la consciencia. Yo, soy más diferente: 85% consciencia y 15% corazón, con posibilidad de mutación. De todas maneras, conversar con el hombre que me enseñó musicalmente a pedir perdón y a saber tolerar a los malheridos. Hablar con Santa Rosa fue una experiencia exquisita que, como pocas, vinculó a la consciencia y al corazón.
Parece pero no es, eso pasa con frecuencia.
19/09/2020
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La mala confianza
Cada jornada creo más que la mayor
confianza del hombre reside en su capacidad consecutiva de cometer errores. Nunca
hay dudas de ello porque es, lógicamente, un aspecto siempre presente. La
confianza, aquella capacidad que tenemos de creer con esperanza y seguridad en
alguien o algo, es también una presunción de nuestras incapacidades y reservas.
Ahora, existe una enorme paradoja: confiamos más en nuestras desconfianzas o
pálpito de lo malo –llamándolo corazonadas– que en las cosas, procesos o
personas que, evidentemente, van por buen camino. Es entonces, una terapia de
desnudamiento del facilismo de tantas mentes por acometerse a la intranquilidad
sin duelos propia de la incertidumbre, que la pulcritud y puntualidad de la
férrea e inmutable verdad. Es en sí, de confiados, confiar en la desconfianza
más que en la confianza. No sabemos para qué, pero debe ser solo una lucha por
el control de pensamiento, la confianza radica en terceros u otros, mientras
que el buldócer de la desconfianza siempre es propio y tormentoso; por
consecuencia, una mala confianza.
Todo
este párrafo se hubiera ahorrado buscando en Google ‘pistantrofobia’.
08/09/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Martín
Hoy cumple años el ser más gruñón
que conozco, pero que, a la vez, también puede ser el más noble. No obstante,
asegura que en este padecido 2020 él no contará con celebración alguna y se
atreve a decir que no agrega un año más a su almanaque personal. Martín es casi
una especie de editor de la vida diaria, un explicador de fenómenos necesarios
o innecesarios, todos tendientes a decir incontablemente: economía. Muy pocas
veces había encontrado a alguien tan apasionado por su vocación como Martín y
es increíble la bondad que tiene para leer las variables que se le exigen para
vivir. Categóricamente, se trata de un trabajador incansable y, también, de un
particular amigo. Un lector particular, amante compulsivo de los libros, pero
no los de llevan a otro mundo, sino de los que lo aterrizan, aún más, en este.
Martín es un viejo joven – quizás como yo – y es probable que por eso seamos
amigos tan cercanos. También, me lleva a la posición de escuchador y eso no lo
hace cualquiera. Odia la fama o cualquier tipo de reconocimiento público, aunque
él obsta por hacerse notar tratando de explicar lo que otros malintepretan en
su rama. Por tal, evitaría mensajes como estos, pero ya nada se puede hacer. Es
un gran sujeto y una mente singular y, sin dejar micra a dudas, hay que
celebrar su vida.
Martín
Jaramillo López es un hombre afortunado que siempre comparte su fortuna: su
conocimiento. ¡Salud en este cumpleaños, más que siempre, mercenario!
05/09/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Falta de inspiración
Ya van varios días desde que se me
cerró el chorro de la inspiración. Pasan las horas y los días tratando de poner
una red que atrape los pensamientos que quiero contar, pero estos se disuelven
entre cuerdas. La falta de la inspiración es lo más parecido a la quietud, a no
movernos y resultar, incluso, martirizados por la inacción. He intentado
plasmar ideas, pero solamente salen algunas líneas que claman indulto y ser
borradas ipso facto. Tampoco logro concretar una pregunta a mi respuesta del
porqué de mi neutralidad discursiva y literaria, pues siempre he sido un amate
de escribir. Por efecto diario, está el discurrir del chat, pero, tampoco,
logro entablar conversaciones largas, quizás por falta de interés o, también,
porque carezco de la concentración para establecer una idea fluida como hilo articulador
de la conversación. La falta de inspiración golpea más cuando llegan emociones
fortuitamente y se resisten a la descripción; no hay forma de pintarlas con
palabras y se hacer claridad sobre la esencia emocional. Eso es lo que hay, por
ahora; un desinterés en formar lo que, quizás, ya está reformado. Principio y
fin.
Como
la inspiración no se fuerza, solo queda anhelarla tal como fue aprendida.
31/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Admiración
Este término que significa acción y
efecto de causar una sorpresa a la vista, también sucede con la escucha y, cómo
no, con el corazón, pues no se puede admirar lo que no se siente. Se admira lo
que toma conjunción o comunión con el sentido más puro del ser, no con el ego,
sino con aquel superyó que reside silencioso, al pendiente de los estímulos
exteriores que le radiquen vida y sensaciones. La admiración es, en cierta
manera, esa forma de inculcar en nuestras vidas esa inspiración ajena que se
puede tornar propia. Me sucedió esta semana, al ver cómo la confianza de una familia
enorme logró, por medio de su fe y unidad que el amor prevaleciera sobre la
incertidumbre. Tan complaciente y alegre fue ver ese logro, como, también, recibir
con su voz la alegría de sentirse escuchados y ayudados. Se admira porque son
constantes y perseverantes, porque creen si necesidad de ojos u oídos. Es de
admirar a quien prescinde de su vida actual-contextual, para soportar con amor
el peso de una cruz ajena. Es de admirar la bondad y la humidad pues, como se
dice a veces, dan ganas de quererlos; de admirarlos.
Lo
importante de admirar es aprender para aplicar.
29/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* La constancia
Si hay una cualidad que brille por
su ausencia y falta de constancia dentro de individuos es la inconstancia... Deserción
todavía más evidente en aquellos que se osan llamarse disciplinados, perseverantes
o constantes en todo lo que hacen. Y es apenas entendible: la razón es que
sostener con carácter una costumbre, un hábito o un compromiso requiere de
honor y sentido común de cumplimiento firme; ambas cosas que son prácticamente
una falla semántica y existencial ante nuestros ojos. Entre las mayores
barreras que tiene la constancia está infalibilidad del desinterés y la
proclividad nuestra a querer cambiar por unidades más livianas cuando el peso
ya se forma como castigo. Por eso, suele ser tan frustrante e irritante ver a
quienes pregonan compromiso y coherencia cuando, a la hora del té, suelen
perderse por la inmensidad de la trivialidad y la ausencia de responsabilidad,
resumen del descuido de la constancia y la apertura a toda contradicción
existencial.
No
debe confundirse la terquedad con la constancia; la primera como obstinación y
la segunda como cumplimiento.
25/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Las 7 de John
Entre los puntos que más fascinan
en el cariño está la personalización del afecto. Lo hacemos con nuestros
padres, abuelos, hijos, parientes o amigos. A veces, para evitar el cliché del
nombre genérico, preferimos que sea, mejor un nombre o sobrenombre. Mi padre,
Juan, es, para mí: John, desde hace un poco más de una década. En ocasiones le
llamo papá, pero el verdadero significado está en John. Él está ajustando hoy
70 años de una vida que admiro mucho y de la cual aprendo cada día. John, a
pesar de tener una enfermedad degenerativa que le ha acompañado desde que tengo
memoria, jamás ha sido remiso ante esta; es más, la ha vencido en muchas
ocasiones, a pesar del pesimismo del concepto médico. Me enseñó a observar el
mundo, como en la foto, sin caer en prejuicios que lo nublaran todo. Su legado también
en la confianza y en aprender a oír. Incluso su humor vive en mí. También, mi padre
me ha enseñado a planear y a ejecutar planes sin temor, a confiar en la
organización y a luchar por los sueños. Su abuelo –mi bisabuelo-, Luis Felipe,
fue un hombre de batallas en la guerra y, estoy seguro, ese sentido aguerrido
nos lo heredó. Y, aunque son 70 años de John, hemos elegido únicamente el
número 7 para celebrarle su aniversario: la razón está en que en siete décadas
se percibe mejor el crecimiento, el cambio, la querencia y la alegría. John es
un padre de ejemplo que, en comunión con mi madre (Pato), han hecho de mi hermano y yo seres
nobles y correctos y, de eso, ellos están seguros. ¡Felices y tranquilas 7 para
John!
Honrar
a padre y madre no es un mandato; es una dicha.
22/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Reconciliaciones
Si hay un momento en el que
sentimos la dopamina caminar por todas nuestras terminales es aquel de la reconciliación,
aquel en el que se deponen las armas orquestadas por el ego y prima, con
sentido de consciencia, el encuentro de los sentimientos por encima del ahogo y
la asfixia de las emociones. Algunos le llaman “fresquito” a la experiencia, yo
le denomino liberación. A veces, los caprichos obsesivos de la personalidad nos
hacen irreductibles en áreas estériles donde no hay mucho qué ganar, pero,
automáticamente, casi todo por perder. La soberbia es la prima del ego y no le
permite repensar las razones de su disgusto. No obstante, la intención, cuando
es escuchada con la validez de la empatía, puede eliminar aquella rabia y
transformarla en una intensa, pero finita, sensación de poder y alegría. Hay
quienes pueden superar una reconciliación, otros se quedan en ella.
La
reconciliación es un nuevo inicio, no una etapa, pues, como lo demás, también
acaba.
21/08/2020 *-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Reescribir
Entre las palabras que se usan trivialmente para plantear la ejecución retórica de cambios está reescribir. Hay quienes buscar reescribir la historia, pero solo llegan a cambiar un poco el estilo. Otro más quieren reescribir su vida, pero carecen de la habilidad para poner puntos y, en ocasiones, lo juntan todo, haciéndolo imposible de leer. Pero, reescribir, es una misión que permite el logro enorme de todo adulto: desaprender. Para llegar allí, hay que tener una intención para por deslegitimar lo que siempre se creyó como cierto para poder tener nuevas emociones, aunque el instrumento o la circunstancia sean iguales. Desde hace unos días, con mi amigo Mateo, cada día nos enviamos una imagen con la misión de que el otro cree una historia sobre la imagen, así el contexto sea desconocido o extraño. El resultado ha sido más que fascinante, pues permite inculcar la narrativa creativa a nuestros gestos o emociones que quedan fielmente plasmados en fotografías. Tan es así, que a veces hemos reescrito situaciones que han dado pie a entender mejor lo que hicimos con anterioridad y no habíamos podido entender. Reescribir es, por lo tanto, un mecanismo de descubrimiento y superación que solo se logra con la honestidad en las imágenes.
Reescribir, sin juicios ni rencores, es pasaporte a una vida más libre.
20/08/2020 *-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Champeta
Soy montañero al ciento por ciento.
Mi vida ha sido ascender y descender por pronunciadas pendientes y con el
beneficio de obtener paisajes hacia donde mire. Sin embargo, tengo gustos que
me hacen cavilar sobre mis raíces. Entre ellos está la champeta, ese ritmo
reconfigurado en Cartagena de Indias gracias a su herencia raizal y su
antecedencia africana. Este fenómeno musical, casi centenario en Colombia, se
repasa de los denominados champetúos, aquellos moradores de la periferia de La
Heroica. La historia es más larga y es imposible sintetizarla aquí, como
también es un reto absoluto describir la descarga rítmica que puede causar en
un cuerpo montañero como el mío. La champeta sacude, mueve y genera exaltación,
un contacto íntimo con la alegría, con la armonía propia de las músicas
tropicales. Soy perverso bailarín de champeta, pero siempre será una falta
imperdonable escucharla y no bailarla; no dejarse llevar y lograr la libertad.
Hay fragmentos de canciones, como en ‘Paola’ o ‘Busco alguien que me quiera’
que son electrochoques anímicos. La champeta
no nos pide conocerla, solo nos invita a movernos animosamente, como sea
posible.
La
champeta es liberación para proclamar el hallazgo plétora de sonrisas.
16/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Perder por voluntad
Nuestra idiosincrasia nos refiere
que perder es algo negativo, connotado desde lo peyorativo hasta lo doloroso. Hemos aprendido que privarnos de alguien o
algo es un efecto propio de una desgracia o un desperdicio. No obstante, hay
pérdidas que, como todo, nos pueden causar enormes alegrías o alivios. Muchas
veces nos cuesta reconocer que la pérdida o desprendimiento puede ser el único
camino a la libertad, bien sea por lavarnos las manos por algo que no estamos
dispuestos a cargar en un futuro a raíz su enorme impuesto de complejidad, o
por la satisfacción que significa eliminar algo del peso que llevamos a
cuestas. Todos hemos decidido perder algo para buscar la libertad; le llamamos
sacrificio. No obstante, ese sacrificio tiene una convicción altruista,
distante del corazón de este párrafo. Perder a voluntad puede ser una verdadera
negociación lingüística en querer librarse de algo adrede, con convencimiento y
seguridad, conscientes de una futura esterilidad. En este caso, sabio es, pues,
perder por voluntad, como buscar ser más felices, pero con menos.
Llevo un poco menos de 10 años en
el mundo del periodismo. Hace un poco más de cinco años entrego las noticias
por la radio. Han sido miles de historias que poco a poco nos marginan de su
esencia y nos habilitan para comentar a la audiencia lo que sucede sin sentir
mayores impedimentos o martirios. Hay historias con mayor impacto que otras.
Recuerdo un boletín de 5:00 p.m. un viernes del 2015, cuando di la noticia de
la muerte de una mujer 20 minutos después de su matrimonio. Ella dijo que sería
su última voluntad y lo fue. Ese día se rompió la voz. Los oyentes pudieron
sentir cómo me sobrellevó la historia; doméstica y particular, pero poderosa.
Hay otras que aceleran el corazón, específicamente, por tratarse de un tema
apasionante o que demanda excesivo tacto. Sin embargo, en la vida del
periodista, están aquellas noticias que no puede relatar y que siente muy
adentro y que lo privan de aquella marginalización profesional. Esas que
impactan y arrollan a la persona donde mora el comunicador. Esas noticias no
tienen manual de estilo ni código de ética. Nos llegan y nos abrazan con su
fuerza solo dejándonos pie a la reacción más humana posible, sin discriminar
cuál sea. Es paradójico, porque la insensibilidad que causa la rutina
periodística exacerba la emoción cuando un hecho en realidad y sin siguiente edición
nos amarra hasta que nos suelta, si es posible.
Se
atiborra el periodista cuando se siente incapaz de contar la historia que lo
inhibe.
12/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Sushi
En la vida necesitamos retos y
quienes nos patrocinen dar pasos hacia lo desconocido para abandonar la tan
mentada zona de confort. Ese lugar es un paradigma nutrido por conjeturas y
justificantes miedos que nos animan a envolver lo que controlado está. Nuestras
distancias y diferencias han existido con nosotros por años y las tenemos allí,
a veces, consentidas dentro del pretexto de evitar problemas. Cuando trascendemos
sabemos que estamos siempre más equivocados que acertados en lo que pensamos y
empezamos a reconocer nuestra mente como un cementerio de oportunidades. El
sushi ha sido una razón simbólica de ello. Siempre me había negado por varios
factores, entre ellos, mi temblor en las manos que me convierte en malabarista
con los palillos. Natalia Barreto es una amiga que llegó este año a repasarme
que la espontaneidad es un camino seguro a la felicidad. Me propuso varias
veces comer sushi y me negué. Hace poco me convencí de creer más en Natalia que
en mis potenciales vergüenzas. Aunque no soy amante de la comida asiática, pude
hacer un estreno decoroso. Las manos me funcionarios bien y Natalia celebró,
como una pequeña niña, grabándome videos y tomándome fotos, que me había sacado
de la bolsa de miedos conocida también como zona de confort. En esos momentos
sabemos lo divertida que es la vida y saboreamos con justicia la dicha de
vernos confiados y queridos.
Quien
renuncia siempre al riesgo, poco conoce lo que es vivir.
09/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Completar ciclos
Hay una urgencia manifiesta dentro
de la humanidad contemporánea: cerrar los ciclos. Las presuntas conclusiones
llegan, muchas veces, a modo de enmendadura, lejos de alcanzar su completitud.
Algunos retazos -con intenciones de cerradura mal configurada- se caen con el
paso de los días de fuertes vientos, desnudando así la última punta en la que
se movía el curso antes de cerrarse intempestivamente. Es doble tarea, obsesión
primaria de todos los perezosos y miedosos. Algo distinto es completar los
ciclos; saber que no se pueden apresurar ni dilata. Completarlos es automáticamente
un tiquete –diferido, o no– a uno nuevo con una carga sana desde ceros, sin que
medien preocupaciones o crispaciones propias de aquel que no se pudo
finiquitar. Cuando se consuman esos ciclos naturalmente queda el lugar a buenas
enseñanzas y balances, en lugar de precipitaciones por abrir nuevas puertas que
se pueden cerrar luego por presencias intermitentes.
Completar
los ciclos adecuadamente es lo único que nos brinda perspectiva.
07/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* La muerte del amigo
Llegué al mundo con el
convencimiento absurdo de que solo podemos morir en la adultez mayor o en medio
de la sordera propia de la senectud. Cuando conozco noticias aterradoras como
la muerte de un amigo choco directo contra la barrera de la realidad versus la
programación mental con la que he vivido por mis cinco lustros y medio. La
muerte de Will me ha conmociona. Lo supe por una publicación de Sam justo
cuando estaba al aire en la mañana. No sé cómo logré coordinarlo todo. Leí y no
podía creerlo. A Will lo conocí en septiembre del 2008 y desde entonces fue una
persona amable y cálida hacia mí. Pude seguirlo en sus clases de español,
también. Sam y Brandon, mis grandes amigos de St. Cloud Cathedral, donde
estudiamos juntos, sienten y sufren una pérdida mayor. Un confidente con quien
gozaron sus mejores momentos se marchó inesperadamente hace algunas horas por
la gravedad que puede causar un malfuncionamiento corporal y la inutilidad de cualquier
reclamo ante la naturaleza. La noticia nubló mi día, por completo, como también
esta nota. He cavilado sobre las gracias y desgracias del existir, como también
agradezco a la vida por los amigos que siguen allí, con templanza y que
componen la vida. Esta mañana Sam resumió bien todo esto: “Hemos pasado por
muertes difíciles, pero creo que es un camino que nos reúne a todos”. Hoy es el
cumpleaños de Brandon, seguramente insulso para el gran narizón. Las aparentes
contradicciones de esta vida.
Pesa
ver la vida florecer y, de repente, marchitarse. Por el descanso de Will.
05/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Punto de restauración
En ocasiones me congracio por la
existencia de herramientas tecnológicas que nos permiten regresar el sistema a
un punto previo para restaurarlo y admitir que funcione correctamente tras un
error o una acción corrupta que le impide continuar su ejecución. En la vida
hay algunos momentos similares –o algo sí–. De repente, tras meses de
variabilidad y cambios, llega un lapso en el que todo cesa. Prácticamente, una
analepsis, una regresión en el tiempo. Pero, a diferencia de los autómatas,
cuando surge la sensación de volver al pasado, la lectura de la realidad es
diferente. Los dolores ya no duelen, las alegrías no son tan apasionantes, los
intereses son menos punzantes y todo tiene una visión más neutra. Por suerte,
esta regresión es solo una sensación absorta dentro de la infalibilidad del
tiempo que reconoce que se puede restaurar, pero que no se puede regresar. Allí
llega noticia del punto de avance. ¿Se ha movido usted o se quedó con las
piezas del pasado? El punto de restauración es encontrarse con el pasado y
continuar en paz y sin tormentos.
La
restauración ocurre cuando vemos el pasado de frente y preferimos nuestro
presente.
04/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* El primer ponqué
Me tomó un poco más de 27 años para
entender el privilegio y el lujo que es pasar tiempo de calidad con mis padres.
Cada día agradezco por ellos y a veces me pregunto cómo sería mi vida sin
ellos, cómo sería el sentido de todo. Con mi madre, espónsor y cómplice de toda
aventura emocional por la que paso. Hace poco, en un arranque de supermercado,
compramos todo lo necesario para hornear un ponqué de chocolate. Llegó el
momento de hacerlo y fue emocionante ver lo bisoño que soy para todas las artes
culinarias y cómo ella me supo guiar en todo el proceso para obtener un
producto que excedió mis expectativas. Batir, hornear, observar, medir,
analizar si era el punto. Celebrar, reírnos, regar la mezcla. Cada instante
como un sello absoluto que queda compartido; al fin y al cabo, el ponqué solo
fue un vehículo para divertirnos y para repasarle a mi abuela, desde su
descanso, que no le fallo en la tarde de cocinar y, más que todo, comer dulce. Le
he contado a todos mis amigos sobre esta proeza, seguro de estar aprovechando
el tiempo a quienes más les debo.
Reconocer
a quien te hace feliz sin deuda alguna es el primer paso de la plenitud.
02/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Rescindir
Este verbo derivado del latín tiene
como raíces cortar del todo o anular algo para volver a la situación inicial
antes de que se produjera. Es, casi, separar una cosa de otra consciente mente.
Los millenials ya no usamos más este
verbo: solo damos control + Z. Aprendemos a deshacer, pero eso es solo única quimera
si se compara con la realidad de la vida. El diccionario instrumentalizó su uso
y lo limitó. No equivale ni a prescindir, despedir, o abandonar. Así, pues, pocas
cosas se pueden revocar y pretender que nunca existieron; siempre habrá una
marca que delimite aquel lindero entre lo ideal y lo existencial. Se rescinden
contratos, pero siempre estarán los motivos que llevaron a abolirla. No se
pueden rescindir relaciones, porque nos formaron. Se podrían rescindir de
ciertos recuerdos sin saber si punto de salida, si la nostalgia o si la
alegría. Se pueden terminar argumentos solo por el bombeo de las emociones.
Rescindimos de la idea de lo que pudimos ser, solo porque no podemos
despegarnos de quienes siempre hemos sido. Rescindo de la obligación lingüística
del diccionario para poderle dar sentido a lo que ya forja ya como recuerdo.
Es
posible rescindirse de personas, pero nunca de sus legados.
01/08/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* El club
Solo en El Club del Oyente se puede cantar una de las canciones favoritas con su intérprete original.
María, mi psicoterapeuta, me ha
dicho que no todos los regalos vienen empacados en papel –lógicamente- de
regalo. La vida nos otorga la posibilidad de sorprendernos con elementos que
están en nuestro frente y, aunque nos rehusamos a aceptarlos, luego
protagonizan y eclipsan momentos de alegría y jovialidad. Hoy cumplí un mes en
mi primera experiencia radial en un programa no noticioso. Es una revista
radial que lleva varios años al aire en Manizales y Caldas. Su identidad es: El
Club del Oyente. Lo dirige el veterano Juan Carlos Unda y lo acompaña una
variada amalgama de integrantes como Pedro Serna, Valentina Campuzano y Carlos
Reyes. Yo llegué de último y, como dicen por ahí, he podido reír mejor. Las
entrevistas que se producen en este espacio, que son emocionantes y emocionales,
son mi recreo laboral. No pensé que convertirme en socio de este club, que abre
siempre las puertas a las 10:30 a.m. por los 1540 AM de la emisora que coordino
y por redes sociales, se hubiera convertido en el mejor pase para disfrutar la
vida.
Ellos
dicen que es el mejor magacín de las mañanas cafeteras. Es así.
31/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* La paciencia (I)
Una parte fabulosa que tiene la
vida es que nos podemos sintonizar con ella, entenderla, y dejar de errar
vagamente. El mensaje lo he vuelto a recibir de una manera no muy ortodoxa. El
mensajero son los motociclistas lentos que van por la mitad de la vía y que no
dejan otra opción que bajar al paso hasta que haya lugar a un sobrepaso. Cuando
los veo siento hervir una rabia, algo irracional, porque me fuerzan a ir más
lento, aunque no lleve prisa. No hay otro menester que guardar la distancia y
moderar esa rabia en algo más. No siempre, digo recurrentemente, la rabia debe
ser una tirana que llega y actúa cuando quiere; también estamos en la
posibilidad de pedirle que se regrese. Cuando lo logramos, entonces, la
paciencia siente el ruego y comienza un lento afincamiento en nuestra psiquis.
Los motociclistas, con los que poca simpatía cargo, me han enseñado a saberla
esperado y a no apurarme sin prisa. Ojalá fueran más rápido, pero no es llegar
con presteza, sino saber llegar, pacientemente.
Si
la paciencia no te enseña y no aprendes, entonces no es paciencia ni tú la
tienes.
30/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* El umbral
Todo tiene un límite, sentenciamos con
la seguridad del cansancio o el miedo que funda toda prevención. Pero a ese
límite ya le tenemos medido lo contrario: el umbral. Ese valor nimio con el que
podemos medir, si acaso, una magnitud que produce un efecto determinado. Muchos
candidatos a posiciones de elección popular conocen bien el término, pues unos
lo sobrepasan y logran un escaño, mientras que el resto reconocen que deben
dedicarse a otro oficio, por lo pronto. En lo ordinario estamos llenos de
umbrales que rompemos frecuentemente: la empatía, el disgusto, el estrés. Cada
día nos pasamos de los mínimos que tenemos de control y entramos en negociaciones
con sus efectos. Es normal ver que cuando alguien no pasa nuestro umbral de
simpatía simplemente “no nos cae bien”, o cuando buscamos congeniar con
alguien, si no hay empatía o entendimiento, fallamos en alcanzar el umbral de
una relación. Estamos llenos de umbrales que no conocemos porque tenemos es una
fijación con los límites, sobre todo, los autoimpuestos.
Sanos
umbrales forjan límites cabales.
28/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Sostener
¿Alguna vez se han preguntado qué
significa el prefijo sos- en el
término sostener? ¿Sabemos por qué es diferente a tener? La respuesta puede ser
tan obvia como saber que el restaurante es el lugar donde nos restauramos con
alimentos. Sostener es fruto castellano del latín sustinere y significa “sujetar desde abajo”. La vida nos propone,
sin saberlo, que sostengamos muchas situaciones porque sabe que tenemos el
equilibrio necesario para poder estar allí, apoyando con algo de armonía lo que
puede caer tarde con temprano si sigue oscilando sin parar. Sostener no es
fácil, requiere de un preciso soporte del peso para que no todo termine
violentamente contra el suelo. Cuando sostenemos a alguien próximo a caer nos
concentramos en brindarle un poco de calma. No se puede sostener y caminar al
mismo tiempo, si lo que se quiere servir es calma. Cuando sostenemos otorgamos
toda nuestra atención hasta permitir que el otro cuerpo vuelva a su estado de
tranquilidad. Para sostener no se requiere de fuerza, sino de firmeza. Donde
sea que se encuentre es un regalo enorme.
Jamás
sabremos qué nos va mejor, si como sostén o como sostenidos.
27/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Temor y miedo
Estos dos están entre las emociones
que más definen nuestra humanidad. Crecemos con ellos y pueden tomar control de
nuestras vidas sin que lo sepamos o podamos hacer algo. El miedo es una
angustia, una sensación de recelo por lo que consideramos puede significar un
daño, sea real o una conjetura imaginaria. El temor nos mortifica y nos orienta
a negarnos ante situaciones que consideramos dañosas o peligrosas. El temor es
el pozo profundo de la desconfianza ante nosotros y nuestras capacidades. El
miedo es la expresión perturbada ante un presente que nos puede atormentar. El
temor arruina el futuro poniéndole el antifaz del presente, llevándonos a
reacciones que vemos después como desproporcionadas y que nos llevan a perder
cosas y afectos que con mérito y esfuerzo hemos ganado. El miedo puede
acomodarse a una lógica situacional, el temor es una cárcel con las puertas
abiertas. El miedo es circunstancia, el temor es prevalente y permanente. Por
eso, en la casa del temor solo habita uno. Cuando el miedo pasa, caben todos.
La diferencia es la templanza y, claro está, la sensatez para querer perder
ambos.
Nuestro
mayor temor es nunca haber entendido que era solo un miedo.
26/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* El aguante
Siempre que me pasa el término ‘aguante’
por el frente pienso en barristas de fútbol; convencidísimos seres en encontrar
la alegría gracias a la victoria deportiva, por ello, soportan múltiples
angustias, la mayoría breves, para continuar dándole forma a lo que tanto
apoyan. Aguantar, en la vida ordinaria, no se distancia de aquella definición.
Cuando aguantamos nos convencemos del final de algo, más allá de las fatigas de
su camino y nos orientamos hacia este a rajatabla. Ese ánimo nos exige muchas
veces confrontaciones con lo que realmente queremos, pero, claro está, el
convencimiento de lograr lo que anhelamos es un motor mayúsculo que nos lleva a
conseguir lo planeado sin conciliación alguna con el resto de la mente.
También, aguantamos personas. En unas, porque son impredecibles y tercas, pues,
muchas veces, no se permiten un sorbo de ayuda para abandonar sus armaduras
oxidadas. Las otras, son las que hieren, pero hay que soportar, pues están
atadas a un fin terciario. Aguantar personas puede que ser algo nos dé, pero
siempre con un costo. En otras, tiene una retribución, y es que ese “aguante”
se transforme eventualmente en afecto verdadero y compasivo. Entonces, abandonaríamos
parte de nuestro ego satisfactoriamente y habremos encontrado parte del sentido
de la vida, pues la lucha ajena se torna propia.
Aguante
es paciencia y fuerza engranadas, pero sin freno.
25/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Dejar ir...
Quizás esta acción comprenda la
dificultad de la mente y relaciones humanas. Dejar ir no es fácil,
sobre todo, porque la llegada también fue, por excelencia,
voluntaria. Dejamos ir cuando sabemos que no podemos aportar o
soportar más. Reconocerse en este escenario es complejo, pues cuando regresamos a nuestro estado anterior, hacemos regresión a un
cúmulo de cosas que antes fueron propias y hoy son extrañas. Dejar
ir siempre propone dificultad, pues es cercenar una parte del
encuentro mental diario y, casi, capar la memoria hacia un cambio de velocidad doloroso y celoso. Pueden aparecer síndromes de abstinencia o
pensamientos súbitos de arrepentimiento que nos muestran dimensiones
reales o infladas de todo lo que fluyó en un río interpersonal y afloran reconciliaciones, débiles o reforzadas. Hay
que dejar ir, sí o sí, cuando las demás personas ya no se siente
felices ni cómodas; tampoco se revisten de ánimo, como antes, sino
que todo se reduce a la modorra. Al dejar ir, nosotros somos los
primeros en hallar una nueva forma de libertad. Dejar ir es dejarnos ser.
Dejar ir antes de que se convierta
en una pesada despedida.
23/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* La fatiga 'positiva'
El cansancio es otra de esas
sensaciones que tiene mala fama entre casi toda la humanidad de occidente y
siempre se buscar exterminarlo. El descanso siempre hace carrera; a todas horas
merece anhelo. Pero, como todo, no puede verse desde un punto ambivalente, sino
que existen todas las gamas. Considero que existe una fatiga positiva, esa que
se amolda cuando buscamos corregir la percepción de lo que nos pasa. Hay
marcas, fatigas y memorias que nos dejan momentos supremos en dificultad; esos aprietos
se vuelcan a ser un cauce completo de granos que forman un orgullo personal,
una meta conseguida, un alto superado, un proceso completado y un carácter reformado.
El cansancio ‘positivo’ lo vemos con cariño en nuestras marcas en la piel, en
nuestros pensamientos recurrentes porque, al final, reconocemos, de veras, de
lo que estamos hechos y para qué lo estamos. Nunca olvidaremos lo cansados que
estuvimos, pero siempre recordaremos lo recuperados que nos sentimos.
Fundamental
que el cansancio no entre solo por el corazón.
21/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Apostar
Todo esto es un oxímoron: es de
seres arriesgados y confiados apostar. Pero no hablo de las apuestas de casino o
de cualquier juego en el cual medie el azar. Refiero apostar por ideas,
momentos o personas, libres de toda seguridad, para conseguir algo. Bien reza
el dicho: “Quien no arriesga un huevo, no consigue un pollo”. Es así. Algunas
apuestas salen mal (muy mal) y otras se retribuyen con creces. Quien aprende a
apostar, aprende a perder y pasa en vela cuando gana, mientras que quien lo
hace esporádicamente purga en sufrimiento todo lo que no puede controlar. Apostar
es hacer algo que se nos recomienda siempre (detestable) como salir de la zona
cómoda –o de confort–. Hay personas que se quedan fuera para siempre y otras
que se regresan. Unos lo pierden todo y otros lo mantienen casi todo. Así se
mide la vida, solo que en cuanto sabemos cómo apuesta una persona sus días,
entonces, reconocemos a qué le teme y, con ello, ya sabemos mucho. Hay personas
que apuestan por el amor, pero se frustran y creen que haber perdido es su
culpa. Otras quieren forzar un proyecto a que suceda, pero lo esconden como una
apuesta. Apostar habla más que nuestras mismas apuestas.
El
apostar, o no, realmente nos desnuda sin que sepamos cómo nos ven. All in.
16/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Dar(se) espacio
Si hay un elemento complejo dentro de
las relaciones humanas está el saberse dar un espacio de otra
persona. No tengo claro si es lo mismo que alejarse, pues quien lo
hace termina por ausentarse. Dar un espacio es oxigenar y permitir
que las cosas tomen un nuevo respiro. Al alejarse, probablemente, se
encuentre otro camino de regreso. A veces, cuando buscamos darnos un
espacio somos mal entendidos y suele pasar que comiencen algunas
presiones de personas que creen que se trata de algo de ellos y no
propio. Pero no es así. Lo complejo -o complicado- es cuando debemos
dar ese espacio sin que se nos haya pedido explícitamente. Entonces,
aflojar las tuercas que unen nuestras relaciones será un reto, sin
que con ello se pierda la estructura y volvernos a armar después del
respiro. Darse un espacio es permitirse tiempo de volver a hacer las
cosas.
Fundamental que ese espacio no se
llene de nada.
14/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Irse de culos
A nuestra edad, la locución irse de culos puede tener muchas
definiciones, unas más profusas y calientes que otras, pero de eso se trata
esta nota. Hoy me fui de culos y ha sido el momento más florido y extraño en lo
que va del mes. Por alguna razón, me levanté a mirar por la ventana de la
oficina para revisar que todo estuviera bien en la calle donde estaciono el
carro. Ninguna anormalidad, pero, al regresar, cuando procedí a sentarme con la
confianza de todo lo mecánico, ya no estaba la silla. Lógicamente, me senté a
mayor velocidad, pensando que la silla cómodamente detendría la física detrás
de mi acción de sentarme. Pero no fue así, no hubo tal… Aún indago cómo se
movió la silla medio metro de donde estaba sentado y me vendió con sigilo la
idea de sentarme en el aire. Como es obvio, después de cierta altura, el
cerebro comprende que está en caída libre para detención exclusiva del suelo.
Eso sí, es maravillosa la velocidad de reacción de los reflejos y de los
músculos para tensionarse y afrontar con firmeza (y decoro) la caída. Toqué el
suelo. Touchdown! Me fui de espaldas,
pero la pared me atajó. ¿Quién me vio? Miro a todos lados y por fortuna no hay
fisgones a la redonda. Entonces, recojo los pedazos de dignidad y suficiencia
que me quedaban, los sacudo tras la caída y me paro de medio lado, cogiendo con
honradez la silla y cayendo en ella como nada. Dolor de glúteos, pero orgulloso
de no haber sido visto. Me fui de culos, pero alcancé a volver. Ya no me puedo
sentar bien, aunque me siente en confianza.
Lo
importante de toda caída es no dejarse ver.
10/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* La recta final
Los humanos tenemos un gusto
inexplicable por los lugares comunes (del lenguaje). Consecuentemente, por eso,
son comunes. Estos recursos lingüísticos nos funcionan para expresar ideas sin
mayor criterio. Entre esos está la famosa “recta final”, que deja denotar que
todos los finales son rectos y a merced de toda velocidad. Pero, ¿qué tal si el
final da en una curva donde debemos bajar la velocidad y tener más precaución?
Repetimos frases y lugares comunes sin mayor pensamiento. Nos sentamos en ellos
como refugio para evitar asertividad y dureza del lenguaje, pero, qué más da, vivimos
sin poder decir lo que pensamos y hacemos lo que queremos decir sin pensarlo. Apuesto
a decir que en la vida son menos las rectas finales; porque, generalmente,
antes de concluir algo debemos pasar por toda suerte de curvas que nos permiten
pasar la línea del triunfo sin saber dónde estaba. No vaya ser que después de
la recta final demos la vuelta del bobo.
Lo
mejor es no hablar a las carreras.
08/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Recapacitar
Superé, después de muchos
amaneceres, un periodo de incapacidad. Pero, desde que me volvieron a habilitar
para la vida real, me he cuestionado qué sigue… ¿La recapacidad? ¿Vuelvo a ganar mis habilidades? ¿Se tornan legítimas?
El término no existe –lógicamente– en el diccionario, pero sí me lleva a unir
inescrupulosamente la palabra incapacitar con recapacitar. Cuando uno ha
vencido la enfermedad y se ha repuesto, ¿qué debe hacer?: Rehabilitarse, normalizarse,
¿recapacitarse? El diccionario indica
que recapacitar es “volver a considerar con detenimiento algo”, pero,
justamente, de eso se trató toda la incapacidad, de reflexionar lo que nos
llevó a la licencia. Cuando se está en incapacidad, en teoría, no hay
capacidades para hacer algo. Entonces, el estado posterior de la incapacidad se
debería llamar ¿recapacidad? Alguien podría gloriarse de decir que está
recapacitado, incluso. Como leen, no tengo muchas cosas interesantes en qué
pensar. Debo recapacitar.
Recapacitemos.
07/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* ¡Ríase, marica!
img.huffingtonpost.com
Entre mis muletillas de confianza
está marica, que en nada busca ser
ofensiva (así que, si usted considera que decir esa palabra es denigrante, le
invito a abandonar el barco antes de que se termine de hundir). Con marica uno le habla al amigo con el
beneplácito de la confianza, rinde cuentas a la simpatía y demuestra que las
palabras solo palabras son. Generalmente, usamos el término para denotar
atención o ser imperativos. ¡Ríase, marica! Es algo que he notado que se ha
vuelto recurrente en meses recientes en mi jerga: prácticamente hay que pedir
risas, alegría, espontaneidad… Y no es que todo yo lo refiera o lo demande a la
risa –o sonrisa–, pero el humor, insisto, debe vivir siempre con nosotros.
Sabernos alegres es tener una capacidad de risa, de burla, de antojo sobre lo
absurdo y curioso y sonsacarle el gozo por encima de la crítica aburrida o
trascendental. Habrá quienes digan que no todo da risa; yo solo les puedo
decir: ustedes se lo pierden. ¡¿Qué otra cosa más liberadora existe con los
amigos que carcajearse, con fuerza, sin pudor ni miedo?! Por eso no invito a otra
cosa, sino a reír, de verdad, de las pequeñas y las grandes cosas, sobre todo
si son nuestras y antes nos han provocado sentirnos ridículos. Nos pasamos la
mayoría del tiempo serios, concentrados, acomplejados y rumiantes de ideas y,
por esa situación, no tengo otra cosa que, cuando vea que hay una ventana de
oportunidad: ríase, marica.
Si algo va a estallar en usted, que sea un ataque de risa.
06/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Incoherencias
Siempre castigamos las
incongruencias de los demás e ignoramos casi con cinismo, quizás, las propias. Exigimos al mundo
que sea consistente: que actúe según lo que dice y hable según lo que hace.
Pero ver el mundo solo con este tipo de dualidades puede ser una fórmula
vanidosa y peligrosa para querer entender a los demás y, a juzgar por esta
perspectiva, terminaríamos actuando igual: siendo infalibles en el juicio, pero
tolerando comportamientos inanes e inaportantes para sostenes falsas paces. Sin
embargo, hay una emoción que siempre recalca que las expectativas son el
empedrado camino al infierno: la frustración. Ver que en nuestro entorno hay
incoherencias animadas por inseguridades y tentaciones nos hace arder por
dentro o querer botar a la caneca compromisos interpersonales para podernos
liberar de la sensación de vernos atados a personas que no saben lo que quieren,
aparente o cobardemente. Lo peor es que si no bajamos guardia ante esto,
terminaremos por contradecirnos a nosotros mismos y ser tremendamente
incoherentes.
No
siempre lo coherente es lo más bello, pero sí lo más estable.
05/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Pedir favores
Soy malo –perverso, diría– para
pedir favores. No se me da fácil entregar o delegar cosas, bajo el concepto de
gentileza, para que alguien lo haga por mí. Podría decir que las decepciones o
frustraciones cuando he buscado que alguien interceda por mí en la ejecución de
alguna tarea me han llevado a resguardarme en la reserva para solicitar esas
ayudas. Al contrario, disfruto mucho hacer favores a los demás. A veces,
incluso, se me dificulta pronunciar una negación ante una solicitud noble de refuerzo.
Por eso, me pongo a pensar por qué me quedó faltando impulso para tener la
confianza de pedir un favor cuando lo necesito, en lugar de realizar complejas
ecuaciones mentales sobre la necesidad, el motivo, la efectividad y el índice
de resolución del favor para que no me lo cobren luego. ¡Vaya tonterías! Hace poco pedí un favor algo importante y la persona
ignoró, eventualmente, la petición y tuve que hacerlo yo mismo y, por eso, temo
que no volveré a hacerle solicitud alguna. No sé por qué obro así, como tan vindicativo, pero,
naturalmente, veo que hay un desequilibrio. Bien decía el doctor Martin Luther
King Jr: “Nada se olvida más despacio que
una ofensa y nada más rápido que un favor”. El problema es que hay poco
olvido, casi siempre, para ambos, en mi caso.
Aprender
a hacer favores es hacerse un favor; decir no, otorgárselo.
03/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Sabernos leales
Una cosa es saber en qué consiste
la lealtad y, otra, en sentirse revestido por ella. Conocer nuestros principios
y lo que nos identifica es lo que, teóricamente, nos mueve y califica nuestra
existencia. Pero en el camino se atraviesan tentaciones que desbaratan lo que
hemos aprendido y, luego, se falla en aplicar. Precisamente, eso es lo que hace
grande y única la lealtad, porque es un pasaporte real y auténtico a saber de
qué estamos hechos. En ocasiones se puede confundir la lealtad con la
fidelidad, pero son diferentes: en la lealtad nos cumplimos mayormente a
nosotros para poder ser fieles a otros y, también, a nosotros mismos. Es un
círculo, no vicioso, sino virtuoso. Para ser leales se exigen condiciones de
genuinidad, verdad, legalidad y realidad; no podemos ser leales a lo que falta
a esto, pues solo seríamos unos fanáticos. Cuando sabemos que nos caracteriza
la lealtad conocemos enteramente el significado, entonces, de la coherencia.
La
lealtad siempre brilla un cuarto antes de que empiece a oscurecer.
01/07/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Volver
Pocos verbos pueden revolver
nuestro interior de tantas maneras como el término volver, que es diferente a
regresar. Volvemos a un sitio en el que estuvimos; a un estado que fuimos, a
algo que queremos o no queremos ser. Las exparejas vuelven para retomar lo que
alguna vez fueron, pero con claras diferencias, alejándose, precisamente, de lo
que fueron en esencia. No soy Heráclito –claramente–, pero considero que nada
vuelve a ser como lo fue una vez. No obstante, hay cosas que nos hacen volver a
un punto específico: una canción, una película, el arte, el recuerdo. La mente
tiene esa poderosa capacidad de llevarnos adonde queramos dentro de los
parámetros de la memoria o la creación, y después de ella, volvemos a la realidad.
Volvemos, vuelven, vuelves y vuelvo. Lo cierto es que todos vamos, mientras no
solo nos devolvamos.
Si
hemos de volver, nunca olvidemos a dónde íbamos.
30/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Corregir
Corregir es cambiar. A veces nos
resistimos al cambio, por ende, las correcciones nos duelen y se hacen un
camino pedregoso que se atraviesa descalzo. También, podemos rebatir la
corrección porque creemos que no se nos ajusta, como si la razón tuviera un sastre
que midiera qué argumentos y motivos sí pueden prosperar y cuáles se hunden
hasta el fondo del rechazo. Corregir es un acto que debemos aprender por
instinto, cuando aprendemos que hemos equivocado nuestro paso y que es necesario
dar un giro. Hacemos correcciones en las formas en las que tratamos a los
demás, brindándoles un poco más de afecto, o alejándonos más de las personas
que desnudó la realidad. También funcionamos como correctores cuando el miedo
nos anima a actuar con prevención, siendo este un acto de pispicia y enorme
talento. Quien corrige con tacto, logra el cambio que el paciente no pudo o no
vio. Cuando nos corregimos, por enseñanza de la vida, por crisis o por caos,
entendemos que debemos permanecer dúctiles, antes que dóciles, para poder
enfrentar cualquier enmendadura. Al final, entendemos que todo se puede
corregir, menos eso que nos conjuga un placer culposo. Corrígete
si te crees incorregible.
29/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Una palabra faltante
Mi consigna es que todo se puede
explicar con el lenguaje. Pero este párrafo va más allá. Hay una sensación que mira
y aún busca, creo yo, un término que bien la cobije. ¿Cómo llamamos a esa
sensación en la que sentimos que perdimos lo que nunca tuvimos? ¿Tiene ese
evento una palabra que lo pueda desglosar? Algunos podrían decir que se trata
llanamente de una desilusión, pero es un poco más que eso. Otros dirían que
puede ser una decepción, pero todo depende de la altura desde que se mire: si
fue pérdida o serendipia invertida. Es corriente escuchar que en el fútbol un
equipo pierde dos puntos cuando empata de local o que una actriz pierde un
galardón, cuando solo se le nominó. Entonces, ¿qué haremos cuando la
oportunidad es la pérdida? ¿Perdimos lo que fue o lo que pudo ser? Parece que
nos hemos acostumbrado a acumular pérdidas que nunca nos quitan nada y, así y
todo, llegamos al pesar.
Ojalá
lo que falte no solo sea imaginario.
28/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* La firmeza
Si hay algo de lo que los jóvenes
carecemos y tenemos que aprender forzosamente durante nuestra existencia es la
firmeza. Esa entereza que se nos exige sin ser aprendida y, también, sin ser
portada, es la que define el curso que puede llevar cada empresa y proyecto que
abarquemos. Me pregunto en muchos casos por qué es nuestra naturaleza ser
débiles y dóciles, en vez de firmes e incorruptibles y es que la respuesta,
creo, no puede ser otra: estamos en constante reforma y no somos el estaño de
una moneda para vivir sin cambio y con, prácticamente, la misma valía hasta que
llegue nuestro fin. En la firmeza no hay lugar para el abatimiento y se
diferencia de la fortaleza, porque en la firmeza hay todo un molde dispuesto de
constancia y moral para poder soportar cualquier embestida o crisis. Hemos
aprendidos a ser firmes, pero a veces, somos implacables, y ese, tampoco, es el
fin. La firmeza es nuestra capacidad de prevalecer, aunque nos tiendan trampas,
solo para vernos débiles, bien sea dentro o fuera.
Nuestra
firmeza; indeleble, como nuestra más fina firma.
27/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Recibir afecto
Recuerdo, cuando era niño, leer en
todas partes que Manizales era la “Capital del afecto”. Para mi edad, entonces,
no comprendía muy bien a qué se refería la campaña oficial, de esas que cuestan
tanto dinero a las arcas municipales. Crecí creyendo en la distancia que existe
entre el afecto, el querer y el amar. Hay quienes posan sus linderos entre cada
uno para aclarar lo que sienten, como si hubiera fronteras afectivas en su “razón”
o “corazón”, como gustan llamar otros. Ahora, con un poco más de años,
encuentro que hay sujetos de afecto que no lo quieren, o lo desprecian. Es como
si una especie de paranoia les prohibiera tocar la esencia. Asimismo, están los
que temen al dolor y por eso no se embarran ni se untan de (la) verdad. Debo
decir en esta nota que no entiendo ni comprendo a quienes se resisten a recibir
afecto. No sé si sea porque hay estructuras tan rígidas en su ser que cualquier
ductilidad les genera automáticamente desconfianza, pero se resisten a
renovarse que es, en últimas, lo que causa un buen afecto. Por ende, siempre
será más de lo que se pierden que de lo que ganan.
Déjate
querer sin calcular los afectos (y los efectos).
26/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Serotonina
“En momentos de alta euforia nos
gastamos el mercado mental del mes en un instante. Para volver a tener de qué vivir,
el cerebro se puede demorar días o semanas buscando el equilibrio. Por eso, la
serotonina hace parte fundamental de la salud mental y tener niveles estables
es esencial; hay que mantener mercado en la casa”, me dijo una vez un
psiquiatra en una explicación de por qué a veces fallamos anímicamente los
humanos. Entre todos esos neurotransmisores (abreviados) como aminoácidos gaba,
glicina, glutamato, dopamina, histamina, noradrenalina, sobresale la serotonina.
Algunos la llaman la hormona –o neurotransmisor– de la felicidad. Yo solo la
llamaré la clave para procesar algunos de nuestros aspectos más personales como
el estado de ánimo, el deseo o la función sexual y que definen tanto de nuestra
forma de ser. Pero, también, carecer de niveles adecuados de serotonina nos
puede encaminar a episodios depresivos. Por medicación, desde hace algunas
décadas se busca, vía antidepresivos, darle una mejoría al desequilibrio,
aunque acciones o lugares pueden cooperar al avance. La serotonina, que nos
puede hacer sentir ganas de vomitar, también está en nuestra función intestinal
o en la mala memoria y la dificultad para dormir. Es curioso que nuestros grandes problemas, a veces, solo se vean desde un microscopio y se sientan en lo profundo de nuestro ser, donde están verdaderamente afincados. Que no nos confundamos buscando la felicidad cuando ni sabemos sobre qué estamos parados. Dale
a la serotonina la misma fama que le das a la dopamina; es más sano. 25/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Desencanto
Hay sensaciones o emociones que
siempre llegan, como la hora de partir, que retumban en nuestro ser como una clara
sentencia. El desencanto es una forma de anuncio del fin de una ilusión y,
quizás, un regreso a la realidad o un cambio de concepto. Desencantarse, como
siempre lo he dicho, no es bueno o es malo. Solamente es la ratificación del
paso de la euforia y su regreso a su estado natural. En el desencanto hay
quienes toman decisiones, bien sea porque se aburren (son facilistas), o porque
se desinteresan al ver una pérdida colosal de la empatía. Allí ya nada queda
por hacer. Las cosas no eran como se habían imaginado y las mentiras dopantes
del cerebro hacen de las suyas para señalarnos que los cuentos de hadas
solamente eran factibles en el enorme espectro de nuestra imaginación. Queda
una salvedad: quienes sí cambian y dejan entrever que las dudas son el suelo en
el cual echaron a andar su personalidad y nunca terminan por conocerse. Pero
allí no tratamos el desencanto, allí, simplemente, hallamos la verdad y, con
base en datos, sí podemos cortar cualquier árbol.
Desencantarse es desencartarse. 23/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Silencio
A veces llegan muchas ideas a la
cabeza, pero pocas prosperan en convertirse en pensamiento reiterativo o
coincidente con la realidad. Otras se animan para invitarnos a escribir, pero
evaden llegar a la práctica y a quedar desnudas en el registro de las letras.
Aunque han sucedido eventos sensibles durante las horas recientes, han pasado jornadas
con este anotador en modo ‘stand by’,
a la espera de que llegue una idea a darle forma y, quizás, color, pero no el
cromático. También, porque, después de todo, el silencio y la detención súbita
de ideas es una forma de enunciar. Dicen, precisamente, que hay silencios que
hablan más que cualquier otra forma de expresión. En silencio contemplamos,
gestamos la planeación, leemos la verdad y el presente, damos control a la
realidad y nos animamos (o desanimamos) ante lo que hemos construido como vida.
En silencio, escuchamos. En silencio, nos escuchamos.
Afina los silencios para que sean una cómoda sinfonía en la verdad.
22/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Genuinamente
Las personas genuinas me encantan.
Son cándidas, fiables y, sobre todo, verdaderas. Cuando existe ese vínculo y
confianza consigo se entiende ante los demás que no hay necesidad de aparentar
ni justificar la vida tal como lo es. Esta reflexión me llega tras un libro que
recibí por Manuel con una sentida dedicatoria, una que estaba llena de amor ágape, auténtico y que me quebró la voz.
Cuando alguien se toma el trabajo de escribir para darle tiempo y morada a sus
sentimientos tiene esa fuerza que vuelca corazones a vivir sin temores, con la
confianza de decir las cosas y, también, por qué no, retribuirlas. Sucede, por
ejemplo, con las personas impedidas –por cualquier razón– de retribuir afecto
expreso. Es frustrante, porque es lo más parecido a dar la mano para caminar, pero
ser rechazada porque esa persona aprendió a caminar por miedo, únicamente, a
caer. Cuando nos expresamos demostrando lo vulnerables que somos, lo cálidos y
afectivos, cuando compartimos nuestros pesares y nuestras dificultades, somos
genuinos; somos de verdad. Aprendemos a serlo, justamente, cuando llegamos al
hartazgo con los confundidos y autoengañados en sus propias mentiras.
Expresarnos de verdad debe ser fundamento de confianza, no de miedo o
malentendidos. 19/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* 20 años
Todos tenemos esta foto. La imagen
cumple por estos días 20 años y, después de sacarla de su bolsa histórica, lo
primero que hice fue criticar que el fotógrafo nos hubiera forzado a poner el
lapicero sobre un cuaderno de fotografías. ¡No tenía ni tienen sentido! Observar la
imagen nos pone en contexto con todo lo que cambiamos y buscamos refinarnos. ¿Cuánto
hemos escrito con ese mismo puño? ¿Cuántas fotos han registrado nuestra
sonrisa? ¿A cuántas caras hemos detallado con la misma confianza como lo hacemos
en la referenciada imagen? No podemos negar ni reprochar lo que fuimos, más
cuando estas imágenes están nutridas en la ternura y en nuestra infancia que
siempre será el regalo más grande que nuestros padres han propendido darnos.
Ver la imagen del colegio, cuando la vida era más siempre, pero se agitaba más
fácil, nos lleva a entender que hemos caminado por un gran sendero de más de 7
mil 300 días. Me siento orgulloso de ese Luis Felipe, porque ha crecido bien y gratamente rodeado; con buenas amistades, amores corrientes y pendientes. Una imagen simbólica para un periodista en potencia y un narrador por ocasión.
Sonríe al verte sonreír. 18/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Bricolaje
Recuerdo en mi infancia, los
domingos, quedar absorto al mirar la televisión. Un programa español tenía como
fin darles nuevos usos a las maderas disponibles. Las pintaban y todo quedaba
con la clase de una buena artesanía. Siempre he considerado que esas
actividades son atractivas, por cuanto nos hacen funcionar alrededor de la
creación y nos permiten dejar evidencia de nuestro cerebro; tangible queda el
sentido y el pensamiento. Hoy salí a una tienda a comprar un par de repisas y
fue una labor interesante y agradable, más allá de mi deseo de comprarme todo
lo que allí venden. Al regreso a casa mi padre tomó su rol, ese que tanto
admiro porque sabe por dónde comienzan y terminan todas estas cosas y pusimos
la repisa flotante en la pared. Él, con su medidor y su lápiz, además del
taladro y otros elementos propios del bricolaje supo cómo ponerla en la medida
ideal y venciendo la expectativa. Y es, precisamente, eso, lo que más me agrada
de la edad: saber cómo funcionan y cómo se tramitan muchas cosas en la vida,
situaciones muchas en las que puedo ser bisoño y de lo que trata, en realidad,
todo este existir: en darle forma a nuestro pensamiento.
Ideemos una forma de plasmar los talentos.
17/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Corazones acordeón
Denisme inspiró una idea: es que
tenemos corazones, por decirlo así, acordeón: se encogen y luego se abren para
dar su mejor tono, su mejor expresión. Este ha sido un día de esos,
incomprensible para mí, pero fácil de entender para todos los demás. Mientras
hoy se me cerró el corazón para protegerse de eventual dolor por unos minutos,
ante el velo que sostiene la esperanza y la ilusión, también fue otro para
reconocer que nuestras voluntades no determinan las realidades de las cosas.
Podemos orientarnos, eso sí, hacia donde nos gustaría estar, pero es esencial
mantener la noción de saber que nuestra vida, aunque responsabilidad nuestra,
no es lo que queremos siempre de ella. Hay unos más afortunados que otros para
tal realidad, pero es menester mantener un corazón abierto, en función de los
demás, para poder alcanzar las metas, de lo cotrario tendríamos un corazón duro y, por ende, insensible. A veces creemos que estamos tan cerca de lo que añoramos, pero
no, falta un poco más, para agregarme un poco más de épica; hay que poner un poco más. Para eso, el corazón debe
estar abierto; un corazón compungido no podría bombear la fuerza que se
necesita para llegar a ese cabo.
Siempre hay más corazón del que creemos.
16/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
El remordimiento
Nunca he creído en el
arrepentimiento, pero sí en el remordimiento. La primera es una sensación de
pesar hacia alguien o algo, mientras que la segunda es una inquietud o un vacío
interior luego de haber, o no, realizado algo. No suelo ser una persona de
arrepentimientos, porque mi naturaleza terca me ha enseñado a mantenerme con la
frente en alto, incluso en el pesimismo del error. No veo, eso sí, mucha razón
a lamentar lo que ya fue o sucedió, como si eso tuviera algún don sanador o
pudiera deshacer algo. Pero, mantener pensamientos intrusivos en la cabeza es una
cosa que hay que tratar, incluso cuando lo que se ofreció fue bondadoso,
generoso y altruista. Cuando sentimos remordimiento de lo bueno es porque algo,
dentro de todo eso, estuvo mal. Quizás el tiempo, la ejecución o la misma
decisión. A veces decimos cosas de las que nos arrepentimos, algunas buenas o
malas, y buscamos reponerlo o que el silencio del tiempo le dé trámite. También
somos indiferentes e ignoramos situaciones y después pedimos tiempo para poder
servirnos a una equidad al ego. No sea entonces que le enviemos cartas al
destino pidiendo tiempo para poder realizar lo que a su tiempo nunca supimos
entender. Bisoños nosotros, siempre.
Sintonicemos bien las oportunidades, más que el peligro de la pérdida.
15/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Los elepés
Tengo un alma vieja, quizás, que
vive en un cuerpo de 27 años biológicos. La disparidad es grande; siento que he
vivido más de lo que aparento y tengo achaques de personas mayores. No
obstante, valoro elementos que son anteriores a mí. A veces me cavilo si un ‘yo’
anterior nació en la década de 1960 o bordeando 1970, pues la música, el arte y
varias corrientes literarias de la época me agradan en demasía, tal como me sucede
como escuchar música de elepés (long
play) o, también, llamados acetatos o discos de vinilo; discos de larga
duración en la época que podían tener entre 20 y 25 minutos de música por cara (para no extendernos).
Luego llegaron los casetes, la música en disco digital y en streaming, con la mayor pureza posible
en el sonido. Los elepés, aunque no son excelsos en la calidad del sonido,
agregan una nostalgia y un aire a pasado que da todavía más vida a la música,
provoca el sentimiento y amplía el sentir la reproducción de una pista musical.
Además, porque su uso es más romántico, al procurar la ejecución correcta de la
aguja, cuidar los discos de suciedades y rayones, además de la parafernalia de
someterse a escuchar una canción y cambiar. Ya todo es más simple, pero,
obviamente, menos divertido.
Que no se raye el deseo de revivir el ritmo de la vida.
14/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Gente problemática
Todos nos hemos encontrado con
alguien –quizás yo pueda ser uno de esos, alguna vez– que no propone, sino que
indispone. Sus marañas mentales son tan fuertes y bien desplegadas que les
impide acoplarse al status quo y lo
que el mismo resto puede hacer libremente. En ocasiones nos topamos con
personas llenas de quisquillas o situaciones pequeñas, pero en lo que son
irreductibles. Es natural que tengamos gustos y disgustos, pero no poder ceder
y siempre remarcar los disgustos sin distingo es algo agobiante. Hay quienes,
precisamente, deben pasarse a vivir a una urna, porque todo lo que no está
dentro de sus obsesiones o compulsiones es una manifiesta puesta de desorden y
tedio. Acceder a ellos es difícil y tedioso (no tiene sentido hacerlo), pero
estar allí, es todavía peor. Luego, no piensan en cómo se escucha todo lo que
dicen, aunque la incomodidad no sea la que ellos eviten, sino la que siempre
crean.
Apertura es vivir. Ya.
13/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Arropamiento
Entre las sensaciones extrañas –si
es que la podemos tildar así– está el sentirse apoyado y arropado por conocidos
y seres queridos cuando una situación adversa sucede. También, cuando acontece,
afloran sentimientos de solidaridad que, a veces, se hacen difíciles de
retribuir. Así mismo, se sienten los indiferentes, quienes discrepan, porque
están todo su derecho, y consideran que la desavenencia ajena sería lodo fácil
de atravesar en sus zapatos. No debe ser sorpresivo. No obstante, encontrar las
voces de amabilidad y de entendimiento yendo por un fin de recuperación o
mejora es una sensación o sentimiento que brinda fortuna y alegría. Sentirse
arropado y entendido es una gracia existencial que pocos entienden, sobre todo
los incomprendidos, como yo.
Es de soberbios arrebatar calor. Es de empáticos ser calor.
12/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Anemómetro
Myriam es el nombre de una mujer
que ha marcado mi vida. Terry, su esposo; también. Ambos han sido mis padres y guías,
además de mostrarme otra forma de ver el mundo. Con Terry conocí hace más de
una década la meteorología, una ciencia que ahora define mis días y le pone
otros sabores a mi existencia. Hace unos meses me certifiqué de HarvardX en las
Ciencias del Clima, situación que llenó de alegría a Terry y quien me lo hizo
saber en un texto cuando le conté la buena nueva. Myriam y Terry, aparte de ser
esposos, son mejores amigos. Con ellos se puede jugar cartas y fundir las
cuerdas vocales con risas fuertes y sonoras. Hoy recibí la sorpresa de que me
regalan un anemómetro, un dispositivo para medir el viento y también la
temperatura. Tiene varias funcionalidades, pero es el detalle el que tocó mi,
ya, muy hipersensible corazón. No puedo esperar a que llegue para aprender y
tratar de mejorar mis pronósticos del tiempo para Manizales. Estoy seguro de
que me he rodeado de grandes personas en la vida; entre ellos, claro que sí,
Myriam y Terry.
Siente el viento de la alegría
10/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Tirar la toalla
Para escribir esta nota debo
ambientarme en la canción de Los Rodríguez, cantada por Andrés Calamaro, titulada
Dulce Condena. Es incógnito si la
pieza musical tiene que ver con el escrito, pero puede sazonar bien la idea que
más reconforta en las presiones: rendirse. Hay unos chocantes que insisten en
que nunca nos debemos rendir, avocándose a obsesiones y obstinaciones sin
sentido que pueden dañar vidas en común. Rendirse está bien. Pero, tirar la
toalla es mejor. Quizás porque siempre me imagino un cuerpo sudado, una cara
sobrecalentada y fatigada y la caída lenta de una toalla, testigo del evento,
al suelo. La toalla cae al suelo y llega un punto final.
No importa el problema / No importa la
solución
Me quedo con lo poco que queda / Entero en el corazón
Cuando se quiere o se tira la
toalla es porque hay una solución buscando salida a ante un sistema que no funciona
bien y que genera un desequilibrio en cualquier cuerpo. Tirarlo no está mal.
Uno puede tirar la toalla ante una amistad que poco brinda, que mucho exige, o
ante un novio o novia que es prácticamente un cerco reductor. Se tira la toalla
en trabajos cuando no vemos cómo dar más o crecer más. Las toallas vuelan cuando
nos cansamos de insistir. No entiendo por qué está mal visto rendirse, si es
que amañarse en situaciones que no son saludables es lo que es verdaderamente
reprochable. Este es uno de esos días de querer tirar la toalla. Generalmente,
la tiro, la vuelvo a recoger y sigo, mientras valga la pena.
Me gustan los problemas / No existe otra
explicación
Esta sí es una dulce condena…
09/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* 'En leído'
Aún recuerdo el día que WhatsApp
incorporó el ‘chulo’ como notificación de lectura o apertura del mensaje. “La
palomita azul” es la misma que se activa cuando una nota de voz es reproducida por
el interlocutor o el grupo y es la que ya está en todos los chats como un ‘seen’ o ‘visto’. Desde el primer día
desactivé esa función de WhatsApp y lo hago en cuantas plataformas es posible.
Creo que hace parte de las pocas cosas de la vida que verdaderamente aborrezco.
Hay quienes gustan saber cuándo se les lee; yo prefiero lo contrario. La razón
podría radicar que suelo ser una persona de respuestas rápidas o inmediatas y
quedar simplemente en el acto de lectura hace todo un poco más difícil; colosal
paradoja para alguien que eligió el periodismo. Además, una buena cantidad de
conversaciones las respondo luego, no persuadido o apurado por la seña azul. De
alguna extraña manera me siento mal leyendo u oyendo a alguien y no generar
respuesta o reacción alguna. Probablemente, por esto me fastidia saber que me
han leído y he sido notificado de la detención de la comunicación. ¿Qué hace uno ahí? No es que me
choque que me ignoren, pues nadie está obligado a crear una conversación conmigo
y, además, yo, por ejemplo, ignoro todas las conversaciones que empiezan por “Buenos
días, Luis Fernando o Juan Felipe”. El hecho es que no me gusta saberlo. Por
eso a veces me tomo personal que me dejen en leído, por saberlo, más que por
ignorado. De todas maneras, la respuesta es lo que importa, así se tome mucho tiempo y, el silencio o la inactividad, también, obviamente, es una forma de responder.
Mejor comunicaciones efectivas en lugar de respuestas vacías.
08/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Punto de saturación
Image2 | En un contexto de alta humedad,
gotas se desarollan con relativa facilidad.
En la ciencia del clima, en parte
la meteorología, se estipula que el punto de saturación -llamado casi poéticamente
como punto del rocío- se da cuando el aire en determinada altitud y presión no
puede sostener mayor humedad, dando así a efectos como niebla, neblina o bruma.
Todo esto se acuña bajo el contexto de humedad relativa casi o al 100%. La
condición de sostenimiento del vapor se ve variada por la temperatura y la
densidad de aire, pero todo es cambiante. Este prolegómeno es porque nuestra
naturaleza es muy similar a las dinámicas, lógicamente, naturales. Los humanos,
cuando alcanzamos el punto de saturación solemos opacarnos –a merced de lo
natural–, colapsar y emitimos más humedad a forma de sudor. Nos desbalanceamos
hasta perder la claridad y quedar inmersos, quizás, en densas nieblas que nos
acompañan hasta tanto encontramos un balance para poder volver a tener más luz.
Pero hay otros puntos de saturación que son patrocinados por fuerzas externas
que copan cualquier intento propio por la ‘neguetropía’ (si hablamos casi en
termodinámica), es decir, por un orden o equilibrio. Hay personas que nos
llevan al punto de saturación, que llenan todo espacio, sea a bien, por placer,
o sea a mal, por hartazgo y apatía… Que atiborran y arrinconan. El punto de
saturación, luego de alcanzado, se puede mantener, hasta que algo se decida
algo un –desequilibrio– a cambiar el sistema, paradójicamente.
Cuidado con los paseos por nubes que luego se convierten en tinieblas.
07/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Sentido de realidad
Los humanos somos expertos en
perder cosas. La paradoja es que hasta luchamos por dilapidar algunas para
estar de acuerdo con las demandas sociales o hasta hay algunas que nos
avergonzamos de tener. Pero, lo que más costoso puede salir es el extraviar el
sentido de la realidad. Cuando en nosotros impera otro espectro, alejado de la
verdad o realidad, comienzan grandes historias que suelen terminar en inenarrables
tormentos porque, al final del camino, siempre está la realidad para repasar
sus leyes, justas, crueles o como se les quiera llamar. El entusiasmo, a veces,
suele ignorar los principios del sentido de realidad, y se deja animar por los
antagonistas: fácil, probable, ilusorio… Pero, cuando el entusiasmo cae, una
alberca fría, pero real, nos da la bienvenida a la auténtica forma de la vida,
firme y fija. El sentido de realidad es el preferido de nosotros los
pesimistas, pero al menos vamos con ‘la vieja confiable’; la verdad que es
sobre la idea de verdad que nosotros creemos o queremos creer.
No te pierdas solo en la realidad de tus sentidos.
06/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
¡Soplado!
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7 para caer en piedra
La cuarentena y la incapacidad laboral
me han regresado a dos esencias: la música clásica y jugar parqués con familia
y algunos amigos. Hace poco descubrí que es todavía más intenso si se juega con
Wagner de fondo, lo que aflora los dramas y las tensiones por lo que indiquen
los dados. Con el paso de las semanas he descubierto una habilidad que
desconocía para computarizar en mi memoria lo que sucede en el parqués y tener
claros los movimientos de todos los participantes y sus respectivas fichas.
Pero, el parqués del que hablo hoy es el de la risa, el que da buena y mala
suerte en cuestión de minutos, en el que sorpresivamente los dados se
confabulan para salvar o hundir. Además, porque es precioso –en cierta manera–
enrostrar el error ajeno y decir: “¡soplado! Estaba a tal número y se lo comía”.
Da este entretenimiento para tantas emociones que la vida se hace más fácil; la
carga se torna más ligera. Otra cosa sucede cuando se crean las masacres cerca
de los puntos de salida o seguro porque alguien quiso terminar con la
tranquilidad. La Obertura 1812 Op. 49 de Tchaikovsky siempre suena en mi cabeza
cuando fichas caen, van y vienen. Este juego, previsiblemente de la India,
tiene anexos criollos, como el denominado ‘pateperro’, en el cual el sacar 1 y
2 al tiro de los dados condena a retroceder, trayendo con esto más emoción. En
estos días que digo que generalmente llevo la vida del pensionado, el parqués
me representa. La risa incontenible por la precisión del azar para mover fichas parece ahora mi bandera.
Muévete y no esperes ir únicamente de piedra en piedra. 04/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Cambio de planes
Los humanos somos seres de
dedicación. Por obviedad intuimos que algunas personas, proyectos o ideas
recibirán más asignación que otras. Es siempre necesario resaltar que la vida
no es homogeneidad, sino de una heterogeneidad que nos hace sobresalir, si
queremos. Obsta decir que ahora la bandera es por la igualdad, aunque esos son
otros terrenos farragosos. La vida puede tener incontables símiles, inenarrables
analogías de lo que nos indica. A veces el viento nos hace cambiar y buscar un
aprovechamiento de las fuerzas del aire o, más propiamente, cuando las cosas no
salen bien, es momento de replantearse lo que se está haciendo y cuán efectivo
esto puede ser. La vida nos dice muchas cosas, pero no sintonizamos bien. Ese
es el quid de este problema: ¿cómo sabemos que la vida nos dice que tenemos que
cambiar? ¿Solo después de llegar al hartazgo podemos despertar y cambiar? ¿Hay
que esperar decepciones para poder formar criterio y cambiar? Sin duda, cuando
cambiamos de planes comenzamos a volar nuevos proyectos; naves que van conforme
nosotros lo queramos: velocidad, altura, aceleración. Cambiar es estrenar, pero
a veces nos apegamos a lo que falla. ¿Por qué? Nos dijeron que el cambio; solo
si era conocido.
Cambia los planes si también vas a cambiarte a ti.
03/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
La carta
A veces cuando nos enfrentamos
al papel en blanco nos sentimos mirando un abismo, un váter o un infinito que
nos reta a organizarnos emocional y racionalmente para tratar dar claridad a
una idea o sentimiento. Escribimos y borramos. A veces escribimos y continuamos
porque nos sentimos identificados con lo que logramos plasmar. Considero que
escribir cartas o epístolas es todavía un oficio superior, porque es un diálogo
con un interlocutor ausente, más activo en la memoria y la imaginación que en
la presencia clara… Pero más poético es que ese pedazo de papel o ese mapa de
bits tenga en su esencia la capacidad de transmitir lo que tiene un corazón a
otra mente. No sé por qué no nos permitimos más esta práctica, pues presagia
nuestra concentración y concreción en comunicar lo que es verdad; lo que se
siente, algo en lo que la gran mayoría fallamos al caer el día.
Conecta armónicamente el puño con el corazón y la cabeza.
01/06/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
¿Qué palabra?
A veces nos sucede algo que
llevamos esperando –o pidiendo– por un tiempo determinado y cuando se da, nos
deja entrever lo diletantes y ásperos que estábamos para la ocasión.
También puede pasar que después de que sucede, creemos que es increíble que
nuestra realidad corresponda a hechos verdaderos, recién experimentados por
nosotros mismos. ¿Qué palabra puede sobrellevar tal carga de deslumbramiento
que nos secuestra la mente por horas y nos recuerda que estamos vivos? (Aunque
hay otra voz que nos martilla con voces que dicen que pudimos haberlo hecho todo de mejor manera).
A veces pienso que lo más puro que hay en estos episodios es recordarnos que
pocas, muy pocas cosas están a nuestro control. También, en permitirle a
nuestra personalidad ser la que es, con espontaneidad, con risas y penas, pero
ser. ¿Qué palabra le ponemos a ese momento que añoramos, sucede y nos recarga y
después no sabemos qué hacer? La verdad, no lo sé. Pero, cuando sucede, es
genial.
Permitámonos sacar cinco en sentimiento y cero en definición.
31/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Secretos
"Cuántos consuelos encontraríamos si
contáramos nuestros secretos". - Churton Collins
Lo que sabemos, pero que no
compartimos, tiene vida propia. Como todas las vidas o sujetos preciosos, no se
comparte con cualquiera sin destino. Los secretos tienen trayectorias selectivas,
aunque, a veces, se permiten caer en el engaño y es ahí donde llega la duda y la
agitación. Declaro que cuando me confiesan un secreto no siento morbo, sino
angustia, porque ese secreto comienza a ser un peso compartido y me es
prohibido poner rodilla en tierra y fallar al pedido. Nunca se puede ser
inferior a esa confianza conferida, pues, si se falta a esta no habrá otra
opción que convertirse en un paria de facto, separado de toda confianza y credibilidad.
Entonces, esa traición será hija de la credulidad y alejada en absoluto de la
verosimilitud y confianza que alguna vez se confirió. Los secretos que llevo
los cargo hasta donde el emisor lo permite, pero, hay otros, que tendrán que ir
conmigo, solo para recordarme del enorme compromiso que implica ser un oyente
honesto y leal, así yo también lleve mis secretos y se los entregue a otros
hombros.
En los secretos quedan desnudas las dignidades.
29/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Los amigos
Hay amigos y están los amigos.
Hay muchos, pero están los predilectos; los de uno. No necesitan sello de
importación ni laureles para justificarse allí. Los amigos se eligen y, como
tal, nos defendemos a nosotros mismos la razón de tenerlos en la vida. Hay
quienes dicen que los amigos tardan mucho en confiarse la amistad; yo creo que
la amistad tarda en llegarse con la persona ideal. Este año he tenido casi dos
epifanías amistosas: redescubrir mis viejos amigos, como sucede con Martín, Julián,
Daniel Santiago o Margaret, o entretenerme y maravillarme con los nuevos, como Denis,
Manuel, Natalia y Ricardo. Con los amigos la vida toma esencia y, más que eso,
por estos días, toma aire; respira. Aunque suene a cliché, con nuestros amigos,
nuestra alma reposa, la personalidad se robustece y el humor –de todo tipo– se
engrandece. Por suerte, con mis amigos, guardo la mayor confianza y sensatez;
por ello, todos los días no se reinicia una amistad solo porque tiene todos los
privilegios de seguir.
Sé un buen amigo antes de querer uno.
28/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Condiciones
Han pasado 12 años desde que
Terry me enseñó las primeras nociones de meteorología. Con el tiempo he
entendido que las ciencias del clima pueden reducir nuestras enormes voluntades
(o egos) solo con actuar dentro de sus enigmas, aunque cada vez nos ‘adaptemos’
más para sobrellevar sus múltiples expresiones. Somos seres a quienes nos gusta
estar por encima de nuestras circunstancias para demostrar(nos) la valía de
nuestras ideas e intentos y, a veces, rebuznamos sobre los aspectos que nos
median. Por tal, entramos en empresas y proyectos que prescinden del mundo
exterior, porque funcionan enteramente bien en nuestra cabeza. Y es allí cuando
fallamos al ignorar la dinámica externa, la que nos puede detener y hacer
cambiar todo lo que tenemos, porque estamos sujetos –o sometidos– a más
elementos de los que nosotros mismos creemos tener en control o a favor. Por
eso, cuando realizamos la labor de reconocer el condicionamiento, sabemos
cuánto vuelo tendrán nuestros proyectos, así sean hasta más arriba de la tropósfera,
donde descansan las nubes que a veces no tapan todo.
Vuela consciente.
27/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Emprender
cdn.24 - La velocidad con la que
comemos los helados es la velocidad
con la que vemos la vida.
Por causas indefinidas siempre
he asociado emprender con reprender. Siento que a los emprendedores los
reprende la vida en sus múltiples facetas por sus apuestas, bien sean estas
desaforadas o excesivamente calculadas, que hasta que quitan la sazón a la
cocción de cualquier proyecto. Quien emprende tiene la moral suficiente para
sobrellevar o apagarse, también para reformarse. Admiro a los emprendedores
porque son vocacionales puros; no se puede ser emprendedor con ajustadas miras
hacia un punto específico -como un norte- o con los ánimos de abrigarse bajo un
colchón de frío dinero. El emprendedor reprendido llega lejos, sabe que más que
apostar, todo lo que hace es un aporte. No sé si yo sea buen emprendedor,
aunque mi mayor proyecto en la vida ya pasó los cinco años exitosamente, pero
yo no soy quien lo financia económicamente; soy quien le da la vida al
mecanismo que lo mantiene funcional y exitoso. Quizás, por eso, paradójicamente,
mi emprendimiento me reprende por estos días.
Aprende a reprenderte.
26/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
La ayuda
Los humanos nos podemos
discriminar en dos grupos: los que saben pedir ayuda y los que no somos capaces
ni de buscarla, sin actuar así de arrogantes. Obsta comentar que recientemente ha emergido otro grupo: quienes
la exigen. Siempre me he preguntado qué puede pasar por el pensamiento de
alguien que reclama que le ayuden. ¿No se supone que la ayuda siempre es
voluntaria? Porque de ser obligatorio, entonces pasaría a ser un trabajo.
Ayudar, cuando no obedece a un tráfico de favores, sino porque se hace desde
las bases del altruismo, es el mayor catalizador de oxitocina; incluso, nos
hace personas galantes siempre dispuestas a ayudar a los demás (teóricamente -como todos estos escritos-). Confieso que me
gusta ayudar y aportar a muchas personas, pero tengo todo por aprender para
fiarme de la ayuda ajena; no es que sea desconfianza, es que quizás temo que
todo sea muy fácil y no lo haya visto con mis propios ojos. No importa. Son
solo excusas. Para ayudar, nos las debe haber.
Date la mano, sin excusas.
25/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Prohibición
Tefanes Ciruela Notengo es el
nombre de ‘pila’ del Maestro Ciruela,
un docente de quinto grado que les enseña a sus estudiantes sobre la libertad,
la opción y la voluntad; el libre albedrío, básicamente. Ciruela instruye que
la enseñanza no es prohibir sobre lo “malo”, sino la capacidad de discernir
entre lo correcto o lo incorrecto. Tefanes podría haber vivido también en
nuestra sociedad, fanática de las prohibiciones, pero ufanada por su amor a las
libertades. Ahora, enfrento un veto complejo: se me prohíbe estar ofuscado. El
contrario-primo a una prohibición, quizás, sea la obligación; por lo que ahora
se me exige estar sereno y tranquilo y a evitar preocupaciones o situaciones
tradicionales del esplín. Es curioso ver cómo se pregona la paz y la imperturbabilidad
en medio del incendio, pero se puede aprender a ello. Finalmente, cuando se
conoce la calma, no se le vuelve a abandonar; como una prohibición.
Por eso dicen que en lo
prohibido inicia el deseo.
24/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Manuel
A los bomberos los reconocemos por ser corajudos seres que
acuden a apagar el fuego donde se presente y amenace la tranquilidad. Para ser
bombero, en cierta manera, hay que ser sereno. No se puede apagar una llama
mientras se ignitan otras. A la hora del texto tomar forma, el diagnóstico es
fuego en la cabeza. Con eso hay que lidiar ahora y por algunas semanas, pero,
por gracia, cuento con estupendos bomberos. Uno es Manuel. Hace parte de
quienes están siempre en la primera línea ante la batalla; no teme avisar
cuando hay posibles conatos. Goza de grandes recursos, por lo que siempre es
oportuno con su ayuda. Bomberos, como Manuel, y muchos otros más que ayudan a
sofocar el fuego presente explican la gracia de las relaciones humanas y le
buscan 32 caras al dado de la alegría. Aunque muchos bomberos llegan con sirenas y otras sonoridades, este arriba sin ser llamado, pero sabiendo que hay que es mejor revista de que todo esté en orden. El buen bombero está siempre atento de que haya hidrantes o agua disponible en todas las partes para poder atender cualquier emergencia. Allí radica la magia de los prevenidos, como él. Todos necesitamos un Manuel en la vida.
Sé como el flaco.
23/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Memoria RAM
De chicos, en la clase de informática, nos enseñaron sobre
computadoras. Nos dijeron que estas son supercerebros adecuados por el hombre.
Entendimos el concepto de disco duro para almacenar datos y configuraciones. De
la memoria RAM nos hablaron como la administradora de procesos. Esta se copa
con una cantidad de tareas y, cuando llega a su límite, se bloquea o se toma
una eternidad, quizás para resolverlos. A veces la situación es tan afanosa que
se hace necesario reiniciar el sistema y hay que ir a lo básico: Desconectar de
la energía o forzar un reinicio. Silencio… Reiniciando. Todo vuelve a empezar;
no desde ceros, porque el sistema ya tiene una configuración, pero con la
precaución de medir mejor las tareas. Así funciona nuestra mente, quizás.
Mantenemos una cantidad de procesos abiertos, en forma de personas, tareas, preocupaciones,
emociones, etc., que secuestran la capacidad nuestra de acción. Por eso, hay
que revisar qué es lo que más devora los recursos de nuestra mente y, si es
necesario, detener el proceso, no sea que se queme toda la memoria.
Dale ‘reset’ de cuando en vez.
22/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Sobrecarga
En la actividad física intensa, cuando hay temblor de los
músculos es probablemente por fatiga debido a una tensión. Para calmarlo hay
que bajar la intensidad, descansar, estirar y comer bien. Hacer una pausa. Lo
mismo sucede con nuestra cabeza que, a pesar de aparentar soportar más, como
todo, tiene un punto de quiebre. Hay que imaginar todos los hechos que
sostenemos a diario con nuestras acciones, hasta que un desequilibrio nos tumba y
nos fuerza a reiniciar. Las sobrecargas hacen eso. Nos aplastan de tal forma
que nos obligar a pausarnos, a reconstituirnos y planear la distribución de nuestros pesos de una forma distinta. Una cosa es la carga, otra la recarga y, una muy
diferente; la sobrecarga. La lección: cuidado con el “autoaplastamiento”.
Aprendamos
de los músculos y sus temblores.
21/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* El portarretrato
Hoy recibimos un portarretrato. La portada es la brillante
sonrisa que nos heredó la abuela, quien a inicios del calendario partió de esta
dimensión tras cumplir con entereza todas sus tareas. Verla nuevamente me causó
un sacudón ocular y mental. En su mirada hay tanta fuerza y delegaciones que no
puedo evitar notarla con los ojos del aprecio, el amor y, también, del
compromiso. Elegimos el color más cálido para su portador de retrato. La ubicamos en un puesto de honor en la sala de estar de casa y ahora siempre que
debo salir la veré. Cuando paso me mira con confianza, la misma que ella me
tiene en que ponderaré siempre con solidez sus enseñanzas. Cuando despedimos a
la abuela el día del funeral, ante todos los presentes, dije orgulloso que ella
vive en mí. Ahora estoy feliz de que ella esté también con nosotros, mirándonos
en casa.
Bienvenida, mi Fanny.
20/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Al aire
Tengo una meticulosa sensación cada vez que estoy al aire en
la radio local. Mientras vocalizo y trato de ponerle sentido a las palabras que
digo, imagino cómo algunos preciosos artilugios del siglo pasado convierten ese
sonido en ondas hertzianas que se enquistan en receptores y suenan hasta donde
esté el alcance y la potencia de la señal. Estar al aire es lo más semejante a
volar, pero con los pies en la tierra, creo yo. Ahora las nuevas tecnologías nos
llevan a cualquier lugar con conexión a internet. Tengo registro de llegar a
ser escuchado en más de 165 países y no sé qué haga mi voz por allá ni donde no
la entienden. Seguramente acompañará a alguien mientras cocina, o en el baño,
mientras hace cualquier otra cosa. Hablarle a un micrófono como si fuera el
oído de la persona que más me inspira me envalentona para ponerle algo de tino
a la situación; cierro los ojos y sigo recitando. Por eso, la gracia de la
radio es que a uno no lo vean, porque, entonces, pierde la magia y el encanto y
todo lo que lo pierde, falla al interés.
Sonido, 1, 2, 3…
19/05/2020
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Una frivolidad
Esta publicación está servida en frío, casi con nitrógeno,
por lo trivial y personal que es. Amo a las personas tímidas. Creo que son una
gran entretención. Descubrir una persona edificada en la cortedad genera
interés, emoción, quizás porque se asemeja a leer un libro; a construir a quien
creemos, pero sin saberlo a pulso cierto. Los timoratos tienen mucho para
contar, por cuanto lo hacen, son experiencias muy agradables. Soy lo contrario
a la timidez –tampoco el polo de la extroversión– y siento que hablar con los medrosos
exige, propone, a veces genera más emociones que cualquier otra persona, y forja
más dudas que solo nuestra consciencia puede resolver. Hay tímidos que lo
aceptan; otros que se esconden para justificarse… Unos que bajan la cabeza y
otros que no desean tener una. Pero que nunca pase como decía Schopenhauer, porque
quien pide con timidez, invita de una vez a que se lo nieguen.
Este es mi testimonio sobre el buen trabajo de un hombre que me ayudó ... Mi nombre es Mary Clifford, y tengo mi base en Londres. ¡¡¡Mi vida ha vuelto !!! Después de 8 años de matrimonio, mi esposo me dejó y me dejó con nuestros tres hijos. Sentí que mi vida estaba a punto de terminar y se estaba desmoronando. Gracias a un lanzador de hechizos llamado DR Ogbo a quien conocí en línea. Un día fiel, mientras navegaba por Internet, estaba buscando un buen lanzador de hechizos que pudiera resolver mis problemas. Me encontré con una serie de testimonios sobre este lanzador de hechizos en particular. Algunas personas testificaron que trajo a su ex amante de regreso, algunos testificaron que restaura el útero, algunos testificaron que puede lanzar un hechizo para detener el divorcio y así sucesivamente. Hubo un testimonio en particular que vi, se trataba de una mujer llamada grace, ella testificó sobre cómo el Dr. Ogbo trajo de vuelta a su ex amante en menos de 72 horas y al final del testimonio dejó caer la dirección de correo electrónico del Dr. Ogbo. Después de leer todo esto, decidí probar DR Ogbo. Me comuniqué con él por correo electrónico y le expliqué mi problema. En solo 3 días, mi esposo regresó a mí. Resolvimos nuestros problemas y estamos aún más felices que antes. El Dr. Ogbo es realmente un hombre talentoso y talentoso y no dejaré de publicarlo porque es un hombre maravilloso ... Si tienes un problema y estás buscando un lanzador de hechizos real y genuino para resolver ese problema por ti. Pruebe el gran Dr. Ogbo hoy, podría ser la respuesta a su problema. Aquí está su contacto: drogbohighspiritualspellcaster@gmail.com y número de whatsapp +2348057586216 Gracias gran Ogbo. Comuníquese con él para lo siguiente: (1) Si quieres recuperar a tu ex. (2) si siempre tienes pesadillas. (3) Quiere ser promovido en su oficina. (4) Quieres que las mujeres / hombres corran detrás de ti. (5) Si quieres un hijo. (6) [Quieres ser rico. (7) Quieres atar a tu esposo / esposa para que sea tuyo para siempre. (8) Si necesita ayuda financiera. (9) Cuidado de hierbas (10) Ayudar a sacar a las personas de la cárcel (11) Hechizos de matrimonio (12) Hechizos milagrosos (13) Hechizos de belleza (14) ENCANTO DE PROFECÍA (15) Hechizos de atracción (16) Hechizos de mal de ojo (17) Hechizo de besos (18) Eliminar hechizos de enfermedad (19) HECHIZOS GANADORES DE ELECCIONES (20) ÉXITO EN EXÁMENES HECHIZOS (21) Encanto para conseguir quien te quiera. (22) Hechizo de negocios (23) Elimina los hechizos de enfermedad por VIH Contáctelo hoy en: drogbohighspiritualspellcaster@gmail.com número de whatsapp +2348057586216. También puede CONTACTARLO en whats-app en el mismo número de teléfono.
Este es mi testimonio sobre el buen trabajo de un hombre que me ayudó ... Mi nombre es Mary Clifford, y tengo mi base en Londres. ¡¡¡Mi vida ha vuelto !!! Después de 8 años de matrimonio, mi esposo me dejó y me dejó con nuestros tres hijos. Sentí que mi vida estaba a punto de terminar y se estaba desmoronando. Gracias a un lanzador de hechizos llamado DR Ogbo a quien conocí en línea. Un día fiel, mientras navegaba por Internet, estaba buscando un buen lanzador de hechizos que pudiera resolver mis problemas. Me encontré con una serie de testimonios sobre este lanzador de hechizos en particular. Algunas personas testificaron que trajo a su ex amante de regreso, algunos testificaron que restaura el útero, algunos testificaron que puede lanzar un hechizo para detener el divorcio y así sucesivamente. Hubo un testimonio en particular que vi, se trataba de una mujer llamada grace, ella testificó sobre cómo el Dr. Ogbo trajo de vuelta a su ex amante en menos de 72 horas y al final del testimonio dejó caer la dirección de correo electrónico del Dr. Ogbo. Después de leer todo esto, decidí probar DR Ogbo. Me comuniqué con él por correo electrónico y le expliqué mi problema. En solo 3 días, mi esposo regresó a mí. Resolvimos nuestros problemas y estamos aún más felices que antes. El Dr. Ogbo es realmente un hombre talentoso y talentoso y no dejaré de publicarlo porque es un hombre maravilloso ... Si tienes un problema y estás buscando un lanzador de hechizos real y genuino para resolver ese problema por ti. Pruebe el gran Dr. Ogbo hoy, podría ser la respuesta a su problema. Aquí está su contacto:
ResponderBorrardrogbohighspiritualspellcaster@gmail.com y número de whatsapp +2348057586216
Gracias gran Ogbo. Comuníquese con él para lo siguiente:
(1) Si quieres recuperar a tu ex.
(2) si siempre tienes pesadillas.
(3) Quiere ser promovido en su oficina.
(4) Quieres que las mujeres / hombres corran detrás de ti.
(5) Si quieres un hijo.
(6) [Quieres ser rico.
(7) Quieres atar a tu esposo / esposa para que sea tuyo para siempre.
(8) Si necesita ayuda financiera.
(9) Cuidado de hierbas
(10) Ayudar a sacar a las personas de la cárcel
(11) Hechizos de matrimonio
(12) Hechizos milagrosos
(13) Hechizos de belleza
(14) ENCANTO DE PROFECÍA
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(16) Hechizos de mal de ojo
(17) Hechizo de besos
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(22) Hechizo de negocios
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