Hay días laborales que uno concluye satisfecho, sea porque
se alcanzó el objetivo o porque el rendimiento fue el esperado y todas las
tareas se sortearon efectivamente. En otras ocasiones no hay explicación.
Simplemente se está bien y el gozo eventual es colosal.
Quizás eso ocurre hoy también.
En momentos, parte la gracia plena de un riesgo no está en lograr el objetivo como tal, sino en haber tomado las fuerzas para el intento y dar el paso. Abandonar lo que llaman ahora la zona de confort es fundamental para afrontar el fracaso con alegría.
En momentos, parte la gracia plena de un riesgo no está en lograr el objetivo como tal, sino en haber tomado las fuerzas para el intento y dar el paso. Abandonar lo que llaman ahora la zona de confort es fundamental para afrontar el fracaso con alegría.
Existen varios ingredientes que se adhieren a la receta de
la plenitud a pesar de la derrota. Hacerlo con afecto, con seguridad y con
clara consciencia de cualquier consecuencia son algunos de ellos. Tener los
pies en tierra, sin truncar sueños es un híbrido que suele funcionar bien
cuando el terreno es movedizo, incierto y quizás no el esperado.
Aplica, sin temor a duda alguna, en maduras como en verdes,
decir como la canción Let it be.