Toda la vida nos han dicho que el norte es la dirección por excelencia. Todos debemos tener un norte, o al menos, buscarlo.
No obstante, parece que el norte es de todas las direcciones, la más compleja como guía. Las brújulas apuntan en línea recta, pero, ¿qué hacer cuando el norte no es la solución?
A veces me pregunto por qué la edad nos hace tan temerosos de la vida, pero tan desesperados porque todo suceda, pretendiendo dejar si ocupación el mañana, ese norte.
Y quizás eso sucede a diario. Se empeña cualquiera en proyectos difíciles, que son una lucha sin cuartel. En ocasiones nos enamoramos de corazas ajenas que lo único que logran son frustraciones.
Dicen que la ayuda solo se otorga cuando se pide, pero estamos los nefelibatas que gustamos por ayudar como esencia, aunque nos enteramos al final que vamos al sur con nuestras buenas intenciones. Por eso, siempre seré fanático de tirar la toalla. Es la forma más prudente de aceptar el fracaso, porque bien se dijo hace un par de siglos... El arte de vencer se aprende en las derrotas. Y no es más. Se recoge la toalla y se busca otro norte, porque hay varios.
Buffet dice que lo primero que hay que hacer cuando se está en un hoyo es dejar de cavar...otra forma de tirar la toalla. Después hay que subir. Subir es difícil, se sufre, pero se gana la oportunidad sin garantía de aprender. Un poco más integrados, enfrentados nuevamente a la complejidad del mundo y reconociendo nuestra ignorancia, es posible que nos veamos obligados a recurrir, nuevamente, al ensayo y error...El famoso aforismo de Wilde acudirá a nuestro rescate para darnos una excusa, una especie de protesta irónica: “No soy tan joven para saberlo todo..”
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