sábado, 26 de abril de 2014

En vano

No se puede negar que los sacrificios en vano son los que más duelen. Poner el esfuerzo único de algo en alguien resulta ser una jugada peligrosa y dolorosa, que toma su forma en cuestión de días, luego de que por fin las naturalezas dominan a sus dueños.

Pero dígame, cómo debo aceptarlo. Es complejo, cuando adentro gobierna una razón sin razón y sin sentido. Cuando lo dicho debe ser lo que debe ser sin que otro comando cambie el curso natural de las cosas. 

Lo lógico sería aprender a calmar los ánimos y comprender que las reacciones son infinitamente distintas en cada quien y en ese orden de ideas también se reduce o se maximiza un evento, un esfuerzo, un encuentro. 

Perder el esfuerzo es doloroso. Una daga que se clava entre el orgullo y la inocencia. Sin embargo, una vez decepcionado por toda eventualidad no queda más que entender que ese tiempo perdido no volverá, pero que, a su vez, no retornará jamás para exprimir. 

Eso sí, hay que tener voluntad de no querer caer nuevamente con la misma piedra.

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