A la hora de la verdad son miles —sino millones— las ocasiones en las que buscamos condenas propias. Algunos, incluso, se han inventado patrañas de psicología inversa para redimensionar los efectos de aceptar o negar. Por ello no hay nada más acertado que el dicho "palo porque bogas y palo porque no bogas", pues siempre habrá una reacción negativa a cualquier acción por inocente e inadvertida que ésta sea.
Aceptar es muchas veces una daga que se clava dentro del comportamiento más básico posible. Mientras tanto, denegar es asimilar lo sacro de la crítica, pues nadie logra comprender los motivos que llevan a alguien a decir no.
Es sabido que Lucio Séneca supo descifrar los códigos que esgrimo en este blog, pero su idea siempre fue clara, por ejemplo, en este caso:
El destino ayuda a quien lo acepta y arrastra a quienes se resisten.Íbidem:
La desgracia es ocasión para la virtud.No es necesario decir más.
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