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lunes, 16 de mayo de 2022

Los leales

Reconocer la necesidad que tenemos de los amigos es un paso esencial para gozar la vida. Ellos, como bien se ha dicho, son piedra angular en nuestro desarrollo social y emocional. Sin su presencia, pues, la vida carecería de mucho sentido. Bien lo expresó Baltasar Gracián hace varios siglos: “Cada uno muestra lo que es en los amigos”.

Independientemente de lo que pueda considerarse por circunstancia o no, creo que los amigos cumplen una misión en la vida, según el momento en el que llegan, para mostrarnos muchas facetas que podemos ignorar, sea por protección personal –vía mecanismo de defensa– o por simple ignorancia supina. Por eso hay unos que son para siempre y otros que duran un poco menos. 


Cada quien sabe qué tipo de refugio encuentra en los amigos, sobre todo, en momentos actuales cuando la palabra ha perdido la fortaleza de su contexto, pues ya las amistades se confunden sencillamente con los seguidores, como si el vínculo único de un afecto pudiera replicarse con tener una tropilla a merced de todas las ocurrencias. Nada más alejado para la definición real. Un buen amigo, como quien inspira esta columna, debe ser experto en llevar la contraria.

Así, un buen círculo de amigos es, también, una buena red de apoyo. En cierta medida, quienes conocen el peso y calibre auténticos de ese vínculo sagrado, son ese primer auxilio psicológico que emerge cuando se presentan dificultades en el camino. Su obrar marca, sin importar sus conocimientos, el nivel de descanso que encontremos en sus consejos. Son esos primeros terapeutas, si les podemos llamar así, que alivian las angustias que asfixian a veces la razón.

domingo, 9 de agosto de 2020

La autenticidad

Quizás lleve años escribiendo en mi mente este texto y es probable que el resultado no sea justo ante mis reflexiones alrededor el punto -que considero- es el más importante dentro de la personalidad de un ser humano.

La autenticidad es un reflejo automático del valor de una persona consciente. Para serlo, hay que estar seguros de quiénes somos y reconocer nuestro sentido dentro de la vida. Para ser auténticos habría que repasar una señal holística dentro de la axiología y notar las bases y sustentos que dan pie y garantía a nuestro ser.

Hace falta perdernos, reconocernos y encontrarnos. En muchos casos vemos a personas con vidas aparentemente resueltas y sin mayor viso de problema sucumbir ante sus miedos más propios e íntimos. Ante esos solo hay desconfianza, a sabiendas que solo es en el caos cuando aprendemos a tomar las decisiones que marcan esencialmente la impronta de lo que somos.

Pero somos torpes. A veces queremos parecernos a otros para sentirnos aceptados… ¡Cómo si nosotros fuéramos esos otros! Es un error que se repite por el miedo mismo que nos significa no sabernos aceptados por quienes somos. Para calmar esas angustias mentales, decidimos sacrificar nuestro desarrollo propio y nos enquistamos deseos ajenos como personales. Y, cuando empezamos a vivir lo que no es nuestro, definitivamente le robamos tiempo a nuestra vida para forzarla a ser solo un garabato con el tiempo contado.