domingo, 11 de agosto de 2013

Precoces en la criticadera

No entiendo. Básicamente no entiendo por qué la gente quiere ser como otros.
¿Es que no se dan cuenta lo irritante que es tener un seguidor, un lacayo, un émulo?

Lo más lamentable es que estos precoces aman criticar al resto, sin siquiera fijarse en la gran carencia de vida propia en la que sufren su inferior desgracia.
Es más, no sé por qué le dedico una entrada a esas personitas que tan poco creen ser que necesitan parecerse a otros. Y es que tampoco las entiendo.
¿Alguien para qué debe presumirles a los otros de un plato de comida? ¿Los otros no comen o nunca han comido?
¿Para qué presumen de una gran biblioteca si nunca leen? ¿Qué sentido tiene todo eso?
No entiendo para qué quieren vivir de boca en boca y luego quieren desligarse del mismo Eterno Retorno que construyeron. Es lo que hay y lo que nos tocó. 

De todas formas, más se perdió en el diluvio.

viernes, 9 de agosto de 2013

Hay días precoces

Hay días durante los cuales uno cree que la vida no está hecha para la paciencia. Que el mejor remedio para todo es coger el ratón del computador, con cordón incluído, y girarlo hasta pegarle a alguien en la cara. Y hay días en los que lo mejor es dejar así. 

jueves, 8 de agosto de 2013

Julia

Somos demasiado precoces al hablar, especialmente de música, si es que no somos capaces de anotar ningún título anterior a 1930.
Para nosotros todo se convierte en una canción y olvidamos la música. La sinfonía. La nota. Lo que compone en realidad la vida de la música, más allá de letras y cánticos rítmicos. 

Una muestra desconocida por muchos aquí. Julia. Disfrútenla.




La muestra es cortesía de un usuario desocupado de SoundCloud que subió la canción a la red, pero los derechos de la misma corresponden al maestro Willie Colón. 


¡Grande Willie!

La clase presencial (I)

Soy muy precoz al decirlo; pero no hay cosa más inútil en una facultad de Comunicación Social y Periodismo que una clase presencial, magistral, aburrida y terca, donde hay que acudir a refrescar la página de Twitter en el celular una y otra vez para no caer en las bondades del sueño.   

Francamente, los docentes debieran sentirse alagados al ver que el estudiante prefiere permanecer allí, en su salón, con el respeto a la asignatura mientras duerme, en lugar de irse a casa, al parque o la cafetería a ver el tiempo pasar mucho más rápido y quizás levemente más productivo.

Sigue...