Son prescindibles los malos ratos,
pero no los malos días. Quienes creen en la fortuna y, quienes no, se aprestan
a recibir con la misma expectativa tanto los buenos, como los malos. Vienen
empacados por igual, sin exceptuar que la recepción de los eventos es lo que
los tiñe de calificativos.
En los buenos días todo fluye. En
los malos; también. Fluyen problemas y adversidades. Decepciones y sensaciones de
despropósito. Los malos días, curiosamente, son los que les dan sabor a los
buenos, porque no podrían existir sin el otro; como una relación de
codependencia que nos tiene a todos inmersos.
En los malos días tenemos
determinación y coraje, pero no prudencia. En los buenos, una sensación de
armonía que también termina, hasta en algún momento colindar con un mal día.
Hay días de días, hay que decirlo. Este ha sido un gran mal día, pero,
teóricamente, el inicio de los buenos días, también. Claro está; hay que
gestionar soluciones y darles prisa a despedidas que no perdonan más esperas. Este fue un tirano y lo ordenó sin otro remedio que acusarle razón.
Eso sí, no se pueden, estimado lector, llevar los malos días a los buenos. Los malos días son breves; no duran más de 24 horas; nosotros les podemos dar continuidad y cuando eso pasa, erradicamos los buenos días que tanto mentamos en las mañanas. El mal día se siente pesado; solo hay que dejarlo caer y no sostenerlo en el aire. Es eso, justamente, lo que busca de nosotros.
A los malos días los despedimos con
gusto; los buenos los olvidamos en el calendario. Los malos días son formados y
no suelen regresar con ímpetu; los buenos solo llegan por lotería. ¿A quién le
ha durado un mal día más de un día? Quien diga eso es porque quiso cargar con
lo que no era suyo, pues el diseño básico de todo mal día es proporcionarnos el
peso para poder aliviar nuestras cargas. Por eso, la paradoja de recibir lo
malo como si fuera bueno. Algo positivo siempre resultará.
Clave es no dejar de hacer en un mal día lo que planeábamos hacer en un buen día. No está bien la injusticia.
Los malos días hablan y nos obligan
a oírlos. Hay que entenderlos.
“Que
no puedas perder lo que perdiste no da tranquilidad, sino vacío”.
[Parto
de nota que terminó en cesárea]
09/11/2020
Me llega al alma tu escrito, pues hoy coincidimos en un día no tan bueno; no digo que malo, no me ha pasado nada extraordinario, pero los acontecimientos de este año en mi vida a veces tienen el poder de quitarme las ganas. Como tu dices en tu hermoso escrito, por fortuna un mal día solo dura 24 horas. Así que vamos a ponerle nuestro corazón y nuestra alma para saber que mañana será un mejor día. Un abrazo y gracias por tu hermoso escrito
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