En esa retórica he crecido. Soy un hombre de viajes muy medidos porque me complico demasiado en y con todo. Justamente, mi más reciente viaje a Cartagena me lo dijo explícitamente: Aprende a ser más sencillo; más simple. Me permití una licencia de mis inseguridades y quise que todo fluyera, sin preocuparme por caminos, presupuestos y un montón de supuestos.
Muchas personas atinan a decir que lo mejor que guardan muchos planes es su componente de sorpresa o improvisación. Este fue así. En dos días se resolvió, sin meditaciones o cuidadosos análisis; dejándose llevar. Cartagena la he visitado varias veces en misión académica, pero ya eran más de 12 años en los que no saludaba esa ciudad únicamente en las sandalias del turista.