jueves, 28 de noviembre de 2013

La moral de torpes

Perdonen el siguiente exordio:

Desde hace poco hay un pensamiento que se encajó en mi filosofía. Uno que puede ser malo, pero también; bueno. En realidad es un sentimiento, quizás, con tiempo de vencimiento como todas las emociones. 
Moral, ¡cuánto te odio! Moral de máximos y moral de mínimos.

Pocas cosas recuerdo, en verdad, de mi clase de ética periodística. Pero saber que existe esa medición de desgracias y oportunidades logra agotar esa tolerancia de las que muchas veces dudo que exista. La moral es una maldición impuesta bajo los más férreos temores y dogmas, la que nos ha convertido en jueces y señores de actos ajenos, con capacidad propia de saber qué está bien y qué está mal en una mente ajena.

¿Por qué algunos se toman el descaro de juzgar a alguien porque se recrea viendo pornografía? ¿Por qué lo llaman algo inmoral? ¿Por qué las personas no pueden hacer sus cosas libremente? ¿Somos una sociedad tan reprimida?

El catalizador de estas dudas existenciales es el video que he incrustado al final de este demencial escrito. Ya ustedes juzgarán por qué no lograremos tener éxito en la vida, acostumbrados a imponer nuestra pobreza, la razón por la cual vivimos centrados en la miseria intelectual y social. Nadie puede ser mejor que nosotros; todos debemos ser igual de acomplejados.

Eso somos nosotros. Unos avaros.


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